Lun, 05/12/2011
El filósofo, sociólogo y politólogo alemán Max Weber puso en el debate científico el tema acerca de que la Reforma Protestante propició el clima intelectual en el surgimiento del capitalismo moderno y el progreso de naciones como Estados Unidos de Norteamérica. Se refería a la actitud del hombre ante el trabajo y la conducta del individuo en sociedad basada en evitar a toda costa la mentira, del político decía: “ha de abrazar la ética del fin último y la de la responsabilidad…”.
Evoca tal pensamiento el programa “Yo Soy Honesto” que ha venido implementando la Contraloría del gobierno del estado con el objeto “de que la sociedad civil y el gobierno integren un frente común en contra de las prácticas indebidas y sean vigilantes de la correcta actuación de los servidores públicos”. Llama la atención que este Programa se divulgue principalmente entre niños de escuelas primarias, a quienes dice el Contralor que Ser Honesto “Significa hacer las cosas bien, como marcan las reglas; ser honesto es tomar el camino adecuado siempre sin buscar atajos en la vida, ser honesto es esforzarse siempre por alcanzar las metas con nuestro propio esfuerzo”; sin duda es un acierto, porque es precisamente allí, en ese universo de mentes infantiles, como de tabla rasa, en donde hay que inscribir la nueva moral del ciudadano del futuro.
Estábamos justamente en esta reflexión cuando se publicó la noticia de que habitantes del municipio de Cazones protestaban debido a que durante la comparecencia del Secretario de Comunicaciones ante el Congreso local se exhibieron gráficas que informaban que el tramo de la carretera entre Cazones y Barra de Cazones ya había sido pavimentado, lo cual no es cierto, de allí la protesta. Como por arte de magia el subsecretario de esa dependencia les ofreció que inmediatamente empezaría a llegar la maquinaria para pavimentar la carretera en comento. Si el programa Yo Soy Honesto es inspirado en bases ciertas, con auténtica voluntad de convertirlo en realidad, debió haber sido un momento muy difícil para el secretario de comunicaciones explicarle a su jefe cómo estuvo el asunto, pues no solo mintió a los legisladores, también a su jefe y fue desenmascarado y exhibido precisamente por los destinatarios de la supuesta obra. Qué bien por los ciudadanos que protestaron porque con ello justifican el sentido de este programa “como vigilantes de la correcta actuación de los servidores públicos”.
Pero para darnos una idea de nuestra patética realidad como país en materia de corrupción habrá que leer lo que publicó la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico) acerca del índice de percepción de la corrupción, respecto del cual, de 183 países, nuestro país está en la posición 100 y en el Grupo de los 20 México está en la posición 16 de 19 evaluados.
Lo peor es que no nos sorprende, así estamos de familiarizados con esa lacra social que es parte de nuestra convivencia diaria. Sin embargo, hay signos de positivos cambios, como el fin del fuero o de la impunidad para la clase gobernante; otra señal es que se adopten medidas para evitar que se repita el caso de las famosas “juanitas” o el chanchullo electoral que es lo mismo, para evitar las trampas de la clase política. Varias más se refieren a la creación de instituciones que impulsan y garantizan la transparencia en la función pública.
En un futuro, esperemos que no muy lejano, las generaciones venideras se sorprenderán del abuso que actualmente se hace del recurso público para promover imágenes personales, un comportamiento a todas luces amoral pues la utilidad que reporta, si acaso la hubiere, es de beneficio personal, nada que ver con alcances colectivos. En países de Europa, no todos por supuesto porque Italia y Grecia no nos van muy a la zaga en materia de corrupción, el uso del erario para promocionar imagen personal equivale a repulsa pública hacia quien lo intenta y, por supuesto, a la remoción.
El fenómeno de la corrupción abarca un amplio espectro, pues no se limita al latrocinio o a recibir “comisiones” por obra pública; corrupción también es ineptitud para el desempeño del cargo público y permanecer allí solo para devengar los elevados emolumentos sin importar incumplimientos programáticos; también lo es mentir e intentar engañar, simular, etc. También es abusar del cargo público, como los voraces regidores de Minatitlán que pretenden bono anual a parte del aguinaldo, a cambio de nada.
En cuanto a actitud, si buscáramos referencia acerca de lo negativo en la conducta del servidor público, bastará con recordar la patética actuación de aquel procurador de triste memoria cuando aseveraba que de los 35 sacrificados en Veracruz la mayoría habían “participado en algún ilícito grave, desde la privación de la libertad, secuestro y asalto a mano armada”, pero nada de esto resultó cierto; lo peor es que con ese cuento indujo a error a su jefe. De igual manera, sin ningún recato este personaje ocultó cifras de levantones y secuestros con el obvio propósito de presumir que en este estado nada de eso ocurría, afortunadamente desde el gobierno federal descubrieron la trama y la verdad salió a flote, el sucesor en el cargo, asumiendo con perspectiva más seria y responsable la función de procurar justicia, ha reconocido que hubo “omisión” de su antecesor, lo que en el seno de la sociedad no es novedad porque es inocultable que el secuestro y los levantones son un tema de hoy.
Pero también en el llano hace aire. Algunos palaperos de la conurbación Veracruz- Boca del Río esperan que el gobierno los apoye con algunas láminas debido a que sus palapas resultaron dañadas por el azote de los nortes; sin duda esta es una actitud que debe mudar de aires ¿porqué esperar la ayuda del gobierno en este caso? ¿Tiene el gobierno la obligación y los recursos suficientes para privilegiar ayudas? No es por el costo de una lámina, sino porque es una actitud de dependencia respecto de “papá” gobierno del que todo se espera y, por otro lado, se fomenta el paternalismo gubernamental que tanto daño ha causado en la mentalidad y moral colectiva del mexicano. (Aunque en el fondo de esta actitud subyace el tema de la corrupción “que repartan algo de lo que se llevan”, priva en el subconsciente colectivo)
El futuro de este país no depende de si el presidente es priísta, panista o de las tribus izquierdistas, sino de una responsabilidad compartida entre gobierno y ciudadanía, algo sobre lo que tenemos que crear conciencia; de allí que sea plausible la implementación de programas como “Yo soy Honesto”, que genere una nueva visión del país, al que por defensa propia y colectiva deseamos éxito, porque de conseguirlo daríamos un gran paso hacia adelante, que sea por el bien de Veracruz.
alfredobielmav@hotmail.com http://www.oterociudadano.org.mx/
El filósofo, sociólogo y politólogo alemán Max Weber puso en el debate científico el tema acerca de que la Reforma Protestante propició el clima intelectual en el surgimiento del capitalismo moderno y el progreso de naciones como Estados Unidos de Norteamérica. Se refería a la actitud del hombre ante el trabajo y la conducta del individuo en sociedad basada en evitar a toda costa la mentira, del político decía: “ha de abrazar la ética del fin último y la de la responsabilidad…”.
Evoca tal pensamiento el programa “Yo Soy Honesto” que ha venido implementando la Contraloría del gobierno del estado con el objeto “de que la sociedad civil y el gobierno integren un frente común en contra de las prácticas indebidas y sean vigilantes de la correcta actuación de los servidores públicos”. Llama la atención que este Programa se divulgue principalmente entre niños de escuelas primarias, a quienes dice el Contralor que Ser Honesto “Significa hacer las cosas bien, como marcan las reglas; ser honesto es tomar el camino adecuado siempre sin buscar atajos en la vida, ser honesto es esforzarse siempre por alcanzar las metas con nuestro propio esfuerzo”; sin duda es un acierto, porque es precisamente allí, en ese universo de mentes infantiles, como de tabla rasa, en donde hay que inscribir la nueva moral del ciudadano del futuro.
Estábamos justamente en esta reflexión cuando se publicó la noticia de que habitantes del municipio de Cazones protestaban debido a que durante la comparecencia del Secretario de Comunicaciones ante el Congreso local se exhibieron gráficas que informaban que el tramo de la carretera entre Cazones y Barra de Cazones ya había sido pavimentado, lo cual no es cierto, de allí la protesta. Como por arte de magia el subsecretario de esa dependencia les ofreció que inmediatamente empezaría a llegar la maquinaria para pavimentar la carretera en comento. Si el programa Yo Soy Honesto es inspirado en bases ciertas, con auténtica voluntad de convertirlo en realidad, debió haber sido un momento muy difícil para el secretario de comunicaciones explicarle a su jefe cómo estuvo el asunto, pues no solo mintió a los legisladores, también a su jefe y fue desenmascarado y exhibido precisamente por los destinatarios de la supuesta obra. Qué bien por los ciudadanos que protestaron porque con ello justifican el sentido de este programa “como vigilantes de la correcta actuación de los servidores públicos”.
Pero para darnos una idea de nuestra patética realidad como país en materia de corrupción habrá que leer lo que publicó la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico) acerca del índice de percepción de la corrupción, respecto del cual, de 183 países, nuestro país está en la posición 100 y en el Grupo de los 20 México está en la posición 16 de 19 evaluados.
Lo peor es que no nos sorprende, así estamos de familiarizados con esa lacra social que es parte de nuestra convivencia diaria. Sin embargo, hay signos de positivos cambios, como el fin del fuero o de la impunidad para la clase gobernante; otra señal es que se adopten medidas para evitar que se repita el caso de las famosas “juanitas” o el chanchullo electoral que es lo mismo, para evitar las trampas de la clase política. Varias más se refieren a la creación de instituciones que impulsan y garantizan la transparencia en la función pública.
En un futuro, esperemos que no muy lejano, las generaciones venideras se sorprenderán del abuso que actualmente se hace del recurso público para promover imágenes personales, un comportamiento a todas luces amoral pues la utilidad que reporta, si acaso la hubiere, es de beneficio personal, nada que ver con alcances colectivos. En países de Europa, no todos por supuesto porque Italia y Grecia no nos van muy a la zaga en materia de corrupción, el uso del erario para promocionar imagen personal equivale a repulsa pública hacia quien lo intenta y, por supuesto, a la remoción.
El fenómeno de la corrupción abarca un amplio espectro, pues no se limita al latrocinio o a recibir “comisiones” por obra pública; corrupción también es ineptitud para el desempeño del cargo público y permanecer allí solo para devengar los elevados emolumentos sin importar incumplimientos programáticos; también lo es mentir e intentar engañar, simular, etc. También es abusar del cargo público, como los voraces regidores de Minatitlán que pretenden bono anual a parte del aguinaldo, a cambio de nada.
En cuanto a actitud, si buscáramos referencia acerca de lo negativo en la conducta del servidor público, bastará con recordar la patética actuación de aquel procurador de triste memoria cuando aseveraba que de los 35 sacrificados en Veracruz la mayoría habían “participado en algún ilícito grave, desde la privación de la libertad, secuestro y asalto a mano armada”, pero nada de esto resultó cierto; lo peor es que con ese cuento indujo a error a su jefe. De igual manera, sin ningún recato este personaje ocultó cifras de levantones y secuestros con el obvio propósito de presumir que en este estado nada de eso ocurría, afortunadamente desde el gobierno federal descubrieron la trama y la verdad salió a flote, el sucesor en el cargo, asumiendo con perspectiva más seria y responsable la función de procurar justicia, ha reconocido que hubo “omisión” de su antecesor, lo que en el seno de la sociedad no es novedad porque es inocultable que el secuestro y los levantones son un tema de hoy.
Pero también en el llano hace aire. Algunos palaperos de la conurbación Veracruz- Boca del Río esperan que el gobierno los apoye con algunas láminas debido a que sus palapas resultaron dañadas por el azote de los nortes; sin duda esta es una actitud que debe mudar de aires ¿porqué esperar la ayuda del gobierno en este caso? ¿Tiene el gobierno la obligación y los recursos suficientes para privilegiar ayudas? No es por el costo de una lámina, sino porque es una actitud de dependencia respecto de “papá” gobierno del que todo se espera y, por otro lado, se fomenta el paternalismo gubernamental que tanto daño ha causado en la mentalidad y moral colectiva del mexicano. (Aunque en el fondo de esta actitud subyace el tema de la corrupción “que repartan algo de lo que se llevan”, priva en el subconsciente colectivo)
El futuro de este país no depende de si el presidente es priísta, panista o de las tribus izquierdistas, sino de una responsabilidad compartida entre gobierno y ciudadanía, algo sobre lo que tenemos que crear conciencia; de allí que sea plausible la implementación de programas como “Yo soy Honesto”, que genere una nueva visión del país, al que por defensa propia y colectiva deseamos éxito, porque de conseguirlo daríamos un gran paso hacia adelante, que sea por el bien de Veracruz.
alfredobielmav@hotmail.com http://www.oterociudadano.org.mx/
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