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martes, 9 de agosto de 2011

El Baldon El Contador Público y la responsabilidad social


 
El Contador Público y la responsabilidad social
Por: C. P. C. José Miguel Cobián
Asociación Mexicana de Contadores Públicos, Colegio Profesional, Veracruz-Centro, A. C.

     Cuando la ciudadanía piensa en el contador público, la imagen que se viene a la mente es el estereotipo del cine y las series de televisión: Un señor de mediana edad, con lentes, totalmente anodino (un ¨x¨ dirían los jóvenes), de traje gris raído, con un eterno portafolio pegado a él y metido en un escritorio veinte horas al día para presentar entre apresurado y asustado, la información que le solicite su jefe.
     En nuestro país, además de ese estereotipo, existe la idea generalizada de que el contador público es el principal aliado del fisco federal, pues cuando su especialidad son los impuestos, se convierte en el principal recaudador, ya que no sólo determina cuánto hay que pagar, sino que además se encarga de convencer al contribuyente de hacerlo, ante los espeluznantes riesgos a los que se enfrentará en caso de cumplirle a la vieja ¨Lolita¨. (Nota para los jóvenes contadores: Lolita es el nombre con que coloquialmente se conoce a Hacienda por una campaña publicitaria del milenio pasado).
     Como en México muchos ciudadanos consideran que pagar impuestos es casi pecado mortal, y consideran a los políticos como un grupo compacto que dispone de los recursos públicos para su beneficio, caemos en la cuenta de que el contador público se convierte en ¨El Sr. X, cobrador de la mafia¨, en lugar de ser un aliado de la sociedad y un factor de desarrollo para el país.
     Sabemos de la enorme capacidad administrativa que conlleva la estructura mental de un contador público. Conocemos también múltiples casos de servicio a la comunidad y de altruismo por parte de miembros de nuestra profesión… Sí, lo sabemos porque estamos inmersos en nuestro medio, sin embargo, la contaduría pública todavía no logra ocupar un lugar de distinción entre las profesiones más queridas y necesarias en nuestro querido México.
     Cuando una persona acude a un médico, invariablemente va con el alma constreñida por la pena de una enfermedad, y lo mira casi con veneración. A pesar de la mala fama que tiene el ejercicio de la abogacía, cuando un ciudadano acude a un profesional del derecho en momentos de conflictos legales también lo mira con veneración y respeto.  Cuando hay un problema financiero, contable o fiscal y se acude al contador público, la percepción es que se acude a un ¨mal necesario¨, lo cual implica que los contadores públicos en lo particular y sus agrupaciones gremiales en lo general no hemos hecho correctamente nuestra tarea para posicionar a nuestra profesión en el lugar que merece acorde lo que aporta a la sociedad.
     De por sí, el problema se agrava ante tantos contadores y seudocontadores que abusan de sus clientes, que defraudan, que toman el dinero de los impuestos y lo desvían para su beneficio personal, etc. Y si a ello le añadimos que existen muchos simuladores que asumen ser contadores para ejercer como tales sin contar ni con el título y cédula profesional, y mucho menos formar parte de un colegio o agrupación gremial que les exija y vigile el cumplimiento de las normas mínimas de ética profesional.  Así, esto coadyuva en la denigración de nuestra profesión.
     Por otra parte, la participación social de los contadores públicos es mínima. Generalmente por razones de trabajo, poco participamos en actividades sociales, en clubes de servicio o en actividades que proyecten a la profesión más allá del ámbito laboral.  Si acaso, vemos cierta participación en actividades políticas, pero ello no siempre ayuda a elevar el nivel de percepción sobre nuestro trabajo, debido al desprestigio de la política en nuestro entorno nacional.
     La mayoría de los contadores públicos contamos con la habilidad para comprender nuestro entorno económico y financiero. La experiencia de años de ciclos de pequeñas bonanzas y grandes crisis, aunado al profundo conocimiento de sus efectos en las finanzas de nuestros clientes y empresas, nos permiten tener un amplio panorama respecto al futuro cercano, sin embargo, poco o nada participamos informando a la población en calidad de analistas, y sobre todo previniendo los desastres para minimizarlos.
     Así como los municipios y estados cuentan con alertas tempranas ante fenómenos meteorológicos y posibles desastres naturales mediante sus sistemas de protección civil. Así también los contadores debemos de anticipar y avisar a nuestros conciudadanos sobre lo que pudiera venir en el ámbito financiero, generando no sólo prevención sino también una cultura financiera de mayor cuidado, que servirá al permear masivamente, para generar un mayor y mejor crecimiento económico.
     Mientras los economistas entienden las causas y efectos de los ciclos económicos a nivel macro, el contador público los percibe y los vive a nivel micro, lo que le otorga una posición privilegiada para poder sugerir soluciones o paliativos cuando éstos sean negativos, y proponer formas de impulsarlos cuando son positivos.
     En los primeros días de agosto de 2011 iniciamos una crisis económica de cuyas consecuencias ni siquiera a fin de año estaremos ciertos. La crisis en los países europeos que forman el grupo de los PIGS (Portugal, Italia, Grecia y España por sus siglas en inglés), y la generada por el mal manejo de la deuda pública en Estados Unidos cuyas consecuencias y soluciones apenas comenzamos a vislumbrar fueron una oportunidad de oro para que los contadores públicos se comenzaran a posicionar en las mentes de nuestros conciudadanos.
     Dar la voz de alerta temprana, sugerir medidas de prevención, participar en foros de análisis, hacer artículos periodísticos, opinar en los medios de comunicación, mandar boletines a los miembros colegiados para normar un criterio e informar, -sobre todo en tiempos de dictámenes fiscales-, y luego de ello transmitir esa información a clientes y amigos.  Todas ellas son medidas que permiten presentar ante la sociedad una imagen del contador público de una persona bien informada, preocupada por el presente y el futuro (no nada más por el pasado reciente), trascendente para el entorno social, y sobre todo, que nuestro entorno valore y perciba al contador público como una profesión y una persona valiosa para la sociedad.
     Así como esta posibilidad, existen de manera cotidiana muchas opciones para mostrar que la capacidad de razonamiento y análisis que genera la capacitación para convertirse en contador público tienen una utilidad social, más allá de las características y aportaciones propias de la profesión. 
     Como seres humanos además del trabajo, estamos inmersos en un entorno social, político, económico, etc. Y todo en él nos debe importar pues afecta nuestras vidas y las de nuestros seres queridos. Tenemos que estar informados de lo más importante en cada ámbito y debemos proyectar nuestras ideas en nuestro entorno social.
     Si además de ello, participamos activamente como particulares en actividades altruistas –no sólo como búsqueda de posicionamiento ante la opinión pública, sino como posibilidad de servir a nuestros semejantes-, seguramente poco a poco lograremos con la participación y el esfuerzo de todos los contadores públicos colegiados, ocupar el lugar digno que nos pertenece dentro del abanico de profesiones en nuestro país.
www.josecobian.blogspot.com    miguelcobian@gmail.com      twitter:@jmcmex

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