El Billete de Magno
Buen día lector:
En la vida se presentan circunstancias que en ocasiones nos impiden hacer lo que más nos gusta.
En mi caso me han sucedido tales imprevistos, pero lo importante es mantener esa emoción y continuar la bella tarea que alguna poderosa influencia etérea puso en el destino de este reportero.
Por lo mismo hoy les comento con alegría, que aparte de sus habituales y estupendas colaboraciones en diversos medios de comunicación que circulan en todo el planeta, los queridos y muy admirados hermanos Garcimarrero Ochoa presentarán este miércoles 3 de agosto, a las 19 horas, el libro “Historia de un Billete”.
Del nuevo libro escrito por don Magno, en el que a lo mejor también metió su cuchara su tocayo don Benjamín, sabremos y escucharemos a detalle y por voz de los escritores María Elena Reynaldos Estrada, el crítico literario Armando Ortiz, don Carlos Juan Islas y desde luego de los dos hermanos, en el auditorio Alberto Beltrán del gran maestro de periodistas Froylán Flores Cancela, en Juárez 79 de esta capital.
Hace no muchos días me encontré a las puertas del Tribunal Superior de Justicia con don Magno (no es comercial de preservativos) y le comentaba sobre la necesidad de que nos sigan ilustrando y produciendo libros a través de ese don tan maravilloso que tienen los cuates Garcimarrero para escribir bien, con genialidad y una ironía de alto nivel.
Ni tardo ni melindroso y como mago con sombrero propio que saca de su portafolios la nueva obra y que me dice: “Pa no ir tan lejos, aquí la tienes, es la Historia de un Billete y la vamos a presentar el 3 de agosto próximo”.
La leí “de una sentada”, como lo señala (sin albur, subraya) el escritor Luis Gastélum. Me encantó. Pero ¡ay nanita!, presiento que hoy si me lo anatematiza, vulgo, lo excomulga don Hipólito el arzobispo pues exhibe de no muy piadosa manera, a ciertos santos varones del pasado con fama estatal y otro hasta mundial.
¡Y qué me dirán -cuando lo lean- de las distinguidas familias allí enlistadas como beneficiarias del avionazo en Chiconquiaco!
Me gusta lo que dice de Juanote a quien tuve el gusto de conocer y entrevistar para “El Diario”; y las fotos de los billetes de antes, que de inmediato me remitieron a la infancia y a “la carpeta”, el baúl con patas donde mi padre guardaba sus ahorritos de ese papel moneda. ¿Se acuerdan de la firma estilizada con la silueta de una cara en los billetes de a cinco pesos?
También relata una breve e interesante historia sobre uno de los viajeros del avión caído, don Carlos Grossman, que aportó a mi querida tierra Acayucan, la introducción de la energía eléctrica y al mundo la famosa vitamina Bedoyecta.
Todavía recuerdo que de chamaco a veces al caer la tarde, mi padre me mandaba a la tienda a comprar velas, o petróleo, o la mecha para los quinqués o candiles con los que teníamos que alumbrarnos al anochecer, así como la emoción del día en que finalmente se encendieron los focos y se hizo la luz en la casa paterna.
Igualmente y con la ayuda de mi hermana Trini que por ahora lucha duro para recuperarse de un padecimiento que la incomoda, me acuerdo de que la esposa de don Carlos, doña Inés Jara, “Doña Necha”, una señora de la alta sociedad de entonces, pero sencilla y amable, la que en 1950 y en honor a su marido fundó el colegio “popof” de Acayucan.
A ella le gustaba mucho juntarse con mi madre Soledad en el templo, donde eran entusiastas integrantes de un grupo de “franciscanas” que se distinguían por ponerse al cuello un escapulario grandote y a la cintura un cordón blanco, como San Francisco de Asís.
Así que se trata de una crónica amena sobre un hecho histórico que hace varias décadas conmovió a toda esta región de Naolinco, Misantla y Xalapa y estoy seguro que quien lo lea lo va a encontrar atractivo y bien documentado.
Nos vemos allá en el Punto y Aparte, pero lleve lana para que compre el libro.
Que tenga un buen día.
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