De primera instancia, cuando se escucha que la derecha y la izquierda irán en alianza en las próximas elecciones, se observan caras de extrañeza y ceños fruncidos. Hace apenas unos días, eran enemigos irreconciliables, por lo menos hasta que el mesías tropical abandonó al PRD. Agua y aceite juntos, parecieran decir.
Pasando a otro nivel de reflexión, se puede considerar que el PRI es el enemigo a vencer, y para ello hay que olvidar las ideologías, y atacarlo sin piedad, hasta reducirlo a cenizas. Claro que si se considera la posibilidad de ganar diputaciones o alcaldías, de inmediato surge la pregunta respecto a que ideología va a aplicarse. Si gana el PAN, ¿los perredistas obtendrán algunas posiciones en los municipios? Y viceversa. Y sobre todo, ¿liberales o conservadores los votos de los diputados locales.?
La realidad, parece acercarse a la máxima simpleza. Ante la arrolladora maquinaria electoral del PRI, azules y amarillos están buscando como obtener posiciones, sin mayor compromiso ideológico, y el asunto se resume a algo muy sencillo.
Después de haber realizado análisis sección por sección en cada distrito electoral, se dieron cuenta de que unos y otros se quitaban cierto número de votos de aquéllos que votaban anti-pri. De tal manera que eliminando al contendiente de menor penetración entre los votantes, sus cálculos los llevan a considerar que en una carrera parejera, tendrán más oportunidades de ganar los puestos en disputa.
Ilusoriamente, están considerando que en los distritos o municipios donde el PAN tenga mayor penetración electoral, sin un candidato perredista enfrente, será más fácil ganar la elección, pues consideran que entre los perredistas habrá un mayor sentimiento anti-pri, que anti-pan. Igual pasaría en dónde el PRD tiene mayor presencia electoral, de tal manera que se esperaría que ante la inexistencia de un candidato panista, los panistas votarían por el candidato perredista, y no por el priísta. En ambos casos se promocionaría como alianza, aunque en realidad la idea es que cada partido vaya por su lado, con la única ventaja de no tener enfrente a un rival ¨quitavotos¨, en el otro extremo del ámbito político.
Por fin, de una manera somera, azules y amarillos están comenzando a entender que la polarización de partidos políticos, ha beneficiado al partido de los dinosaurios y bebesaurios. Curiosamente este análisis surge cuando el líder moral de las izquierdas realiza un nuevo sabotaje a su ideología, al crear un nuevo partido político y volver a dividir aún más a la ya dividida y debilitada izquierda mexicana.
Los resultados de esta alianza ¨contra natura¨, se verán después de las elecciones, y sabremos si los cálculos tuvieron éxito o no. Entenderemos mejor al votante de izquierda para entender si ante la ausencia de un candidato propio, decidió votar por la derecha, abstenerse o apoyar a un partido de centro. Lo mismo sucederá con los votantes de derecha, pues podremos ver si votan por la izquierda o prefieren votar por el centro.
En la elección presidencial pasada ya se dio ese escenario, aunque no en forma tan clara y definitiva, y se demostró que los simpatizantes del PAN prefirieron votar por el candidato del PRI, una vez que percibieron que su candidata ya no tendría posibilidades, y evitar con su voto, la llegada de López Obrador. Ahora el PRD busca presentar una imagen más moderada y moderna, precisamente para atraer a esos votantes, que tuvieron miedo del radicalismo que ofrecieron en la última campaña. Falta ver si les da tiempo de aquí a fines del primer semestre de este año, para cambiar la percepción que de ellos tienen los votantes que no votaron por su coalición.
Interesante año electoral y más interesante aún el experimento que va a vivir nuestra democracia. Sobre todo, cuando ya se ha demostrado que cada vez los partidos tienen menos peso específico ante las urnas, y son los candidatos los que atraen el voto o el rechazo del elector.
Si el PAN elige candidatos de extrema derecha o el PRD de extrema izquierda, sus supuestas alianzas del tipo ¨me quito para no estorbarte¨ van a quedar como anécdotas. Si ambos escogen candidatos moderados, no sólo entre sus cuadros sino también de la sociedad civil, pueden tener un éxito rotundo, y hacer reflexionar a un PRI que continúa con sus prácticas de dedazo-encuesta, sin abrir las candidaturas a su militancia y mucho menos a los ciudadanos en general.
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