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viernes, 21 de octubre de 2011

EL RESBALÓN Acertijos Por: Gilberto Haaz Diez

*La esperanza nos sostiene, pero como una cuerda tirante. Camelot.
EL RESBALÓN

Suelen los políticos, como cualquier gente en la vida, dar un traspié o un resbalón. Algunos se resbalan y no se levantan, otros sí. Alguna vez le ocurrió al gobernador Patricio Chirinos Calero. Ante el presidente de la República y en un piso mojado y resbaloso dio el azotón, escena de la cual la televisora nacional, la que ve todo mundo, repitió hasta el cansancio. Yo creo que le traían algo de ganas, porque nos la exhibieron como un verdadero ‘reality show’. Uno puede caerse en cualquier parte, y eso a veces da pena y risa, pero debíamos optar por saber que es un accidente de la vida. Un traspié que se atraviesa. Un mal paso, pues.
Claro, hay algunos, como metáfora, que han caído y no se levantan, pero esas son otras historias. Hace nada, el doctor Manuel Lila de Arce, exsecretario de Salud del gobierno pasado, que ha estado malito y ya salió de la hospitalización de un par de días, cayó ante los mismos pies del gobernador Javier Duarte de Ochoa. La foto nos hace ver que, desde el gobernador hasta los que estaban a su lado, corrieron a tenderle la mano y ayudarle a levantarse, dicen que Duarte le dijo: “Vengo a Ayuduarte, doctor”, cosa noble y loable, ser ayudado por un gobernador es un lujo que no tiene precio, ni la Master Card puede comprar. Que te dé la mano, por igual.
Otro que apenas sufrió un resbalón, fue Juan Antonio Nemi Dib, director del DIF estatal. Me lo relata: “Primero me detuvo la mampara y después los rapidísimos reflejos de la maestra Eloína, Presidenta del DIF Xalapa -mamá de Elizabeth- quien literalmente me dio un poderoso jalón, al punto que le arranqué una de las uñas de acrílico (le dejé el dedo sangrando un poco). Si no es por ella, me habría roto toda la crisma. Y, lo peor de todo, delante de 30 fotógrafos y camarógrafos, pero en realidad no pasó a mayores, ni un rasguño (bueno... yo; la pobre sí quedó herida de su dedito). Gracias”.

EL EMBAJADOR WAYNE

El embajador de Estados Unidos en México se llama Anthony Wayne; de similitud con John Wayne, que era vaquero y tiraba las broncas en las cantinas, solo tiene el apellido.
Llegó a México en momentos difíciles, cuando el presidente Calderón le protestó al presidente Obama porque el anterior embajador dijo unas cosillas que no gustaron en Los Pinos, y que los chismosos de Wikileaks filtraron.
Cosa rara, antes teníamos que bajar la cabeza y aguantar las andanadas verbales de ellos. Hubo algunos, como en la época del derrocamiento de Francisco I. Madero, que disponían quién quedaba en la presidencia y quién no. Aquello fue en la llamada Decena Trágica, el hombre era Henry Lane Wilson. Bien, aquellas son historias viejas y malas, cuando nosotros éramos los buenos vecinos y ellos solo los vecinos, que volteaban de vez en cuando al traspatio, que era donde vivíamos.
Carlos Pascual, anterior embajador, pidió al presidente Obama y a la secretaria Hillary Clinton dejar el cargo para no ser incómodo, y todos nos apanicamos de que míster Obama nos mandara en represalia alguien que viniera a jalarnos las orejas.
No ocurrió así. Llegó míster Wayne y no solo ha dado la cara por su país, sino que ha jalado parejo con el gobierno federal y se ha dado el lujo de visitar a alcaldes pueblerinos, como lo hizo apenas con el de Tijuana. Eso lo sé, porque la Embajada de Estados Unidos me tiene entre sus correos de prensa, donde envía información. Quizá piensen que escribo para el Washington Post de Tierra Blanca, y acertaron. Llamó mi atención eso, tengo entendido que pronto vendrá a hacerle una visita de cortesía al gobernador Javier Duarte de Ochoa, y a Carolina y Manzur. En Tijuana, Wayne expresó ante el alcalde: “Nuestros caminos se entrelazan a través del comercio, la seguridad y la construcción de comunidades resilientes. Solo obtendremos un crecimiento mutuo y prosperidad centrando nuestras fortalezas y recursos en los retos comunes”, dijo el Embajador. El Embajador Wayne también se refirió a la transición de la Iniciativa Mérida la cual tendrá un mayor enfoque en la capacitación de la policía local y otras a través de las academias estatales. Después de la reunión, el Embajador Wayne y el Alcalde Murguía ofrecieron unas palabras a la prensa.

EL CHIVA FESTEJADOR

En un juego dominical de liga de futbol mexicano, un chiva anotó un gol y lo celebró muy a su manera. Marco Fabián, estrella chiva, y Alberto Medina, su compañero de sector y de partido, se prestó a esa chanza. Al meter el gol lo festejó con el dedo apuntándole como si liquidara a alguien, el dedo fue a la frente y fingió un disparo.
Como en México el horno no está para bollos, todos lo atizaron.
La foto dio la vuelta al mundo, en los diarios deportivos sacaron este suceso.
La escena era violenta, dijeron, y señalaron con queja los grupos puristas de la no violencia. Algunos le llamaron Sicario futbolista (ay nanita).
El Patiño (Alberto Medina), al recibir con el dedo el disparo disfrazado, cayó como regla. La mejor explicación la dio el editor Jairo Calixto Albarrán, del diario Milenio: “Es solo un mal chiste entre dos babosos. Si usted le tiene tanto miedo a las expresiones agresivas, deje de ver las series policiacas del cinco, las comedias del dos y a la Señorita Laura”.
El chiva ya se disculpó, se cierra ese capítulo.
Comentarios: haazgilberto@hotmail.com

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