Acertijos
LA PAOLA DE SIEMPRE
Solemos los mexicanos ser expertos en el deporte que se nos ponga al frente. Si hay futbol dominical o sabatino en la tele, cada uno de nosotros es superior a Mouriño, el entrenador del Real Madrid, el mejor del mundo. Ayer noche un grupo de contertulios villamelones nos apostamos frente al televisor, con un pegue relajador y con un café veríamos los clavados de la mexicana Paola, la de siempre, la que es bella, campeona y con inteligencia cuando se está en esa plataforma de 10 metros. Cada que una de las rondas transcurría, uno de nosotros discutíamos si había sido bueno o malo o regular; un villamelón llamado Papicha Solar, decía que el clavado había sido extraordinario porque no sacaba agua. Él medía la calificación por sacar o no agua. Pobre. Se ve que jamás había visto clavadistas, ni siquiera a los de la Quebrada de Acapulco. Lo cierto y bueno es que en la televisora estaba de comentarista Fernando Platas, nuestro excampeón clavadista narraba a la perfección y atinaba a definir cuánta calificación le daban a cada una de las competidoras. Una presea de oro para Paola Espinoza y un uno-dos para el país, llenó de alegría a los mexicanos. Algo que llega de beneplácito, después de estar inmersos en detenciones y muertes de gente ligada a la delincuencia organizada.
NO REELECCION
A los diputados federales, que son un poco como el Orfis, que no sirven para nada, se les prendió el foco y una gran mayoría, entre brindis y libaciones, o sea, se acusaron que en el recinto agarraron por su cuenta las parrandas, como la Paloma Negra, en esa votación echaron para atrás la reelección consecutiva de alcaldes y legisladores. Habían enloquecido. Cómo sería posible que se fuera a intentar reelegir a un alcalde, cuando la gran mayoría de ellos son malos y tentones. Era una locura, enloquecían con sólo tratarlo. Miren, para quienes vivimos en provincia y hemos padecido el saqueo de alcaldes que en su tiempo fueron malos y muy corruptos con los dineros del pueblo, uno pedía que el tiempo terminara para que se fueran al carajo, de una vez por todas. El reloj caminaba muy lento y los gobernados se desesperaban. Se la cobraban porque la población, cuando venían las siguientes elecciones (sobran ejemplos en nuestras ciudades) votaban en contra del candidato del partido que gobernaba y otros pagaban los platos rotos. La no reelección fue un principio de cuando México fincó su República como Nación. Si un alcalde nos sale bueno y honesto, como uno que tuvimos no hace mucho en Orizaba, se le reconoce y se le aplaude y él debe sentir satisfacción cuando camina en la calle con la cabeza en alto. Pero si sale malo, y con los dineros del pueblo intenta reelegirse, eso es peor que aplicarle el dichoso Decálogo de Amadeo.
UNA DE FORTIN
Cuando se cruza la frontera entre Orizaba y Córdoba, se encuentra uno con Fortín de las Flores, una pequeña ciudad que fue bella y fue feudo de Antonio Ruiz Galindo. Un exsecretario de Economía del presidente Miguel Alemán Valdés, padre del exgobernador del canal de las estrellas. No se movía hoja de árbol si él no lo ordenaba. Tiene un hotel para descansar y una alberca con gardenias que la hace oler a perfume de mujer. El hotel lo construyó él mismo y lleva su nombre: Hotel Ruiz Galindo. Muy visitado en su tiempo. Apenas hubo una obra carretera que se retardó lo que Matusalén llegó a vivir. La que dejaba las vías del tren por arriba y se podía cruzar por un paso hundido. Esa obra, que se ignora si era federal, estatal o local, porque todos se tiraban la pelota, por fin se habilitó. Claro, la habilitó un boludo que no tuvo compasión, puso topes al entrar al puente (se ignora si son provisionales), ignora este tipejo que los topes son la antítesis (¿Qué demonios será antítesis?) del progreso y va a haber accidentes. Que cada tope es una ofensa a la circulación. ¿Qué pensaría Ruiz Galindo si viera como tienen su tierra?
RECORDANDO A DANIEL
Año con año, y debe ser una vida que nunca se olvidará, los familiares de Daniel Emilio Villegas Megías le recuerdan a dos años de su fallecimiento, para que el recuerdo siga vivo entre quienes le quisieron, entre aquellos que reconocieron su música y su talento. Concertista, orizabeño, murió en edad muy joven. Como esas vidas que Dios llama a su lado para formar buena compañía. Hijo del matrimonio formado por Susana y el maestro Juan Pablo Villegas, director del IRBAO de Orizaba, este orizabeño dejó una escuela y legado en la música, pero no solo en ese arte, en la amistad de quienes le conocieron y le trataron. Alguna vez escribí que, por circunstancias de la vida, estaba ese infausto día de su muerte en Mazatlán, Sinaloa, cuando sus dolidos padres fueron a recoger su cuerpo y traerlo fallecido a estas tierras que le vieron nacer. Ante el cuerpo presente, en ese ataúd frío, cuando sus alumnos con lágrimas en el rostro le rendían homenaje y reconocimiento al profesor de canto y piano del Centro Municipal de las Artes de ese Estado, en el Teatro Ángela Peralta dimos el pésame mi esposa y quien esto escribe. Me impactó que, al momento de trasladarlo a la carroza fúnebre para ir a la Iglesia a Misa de Cuerpo presente, sus alumnos vocalizaran a capela ese Veracruz de Lara, que en una parte muy dolorosa para el momento, decía: “Algún día hasta tus playas lejanas tendré que volver”. Volvió para ser sepultado. Hay que recordarlo como era: muchacho joven, buen hijo, buen maestro, buen amigo, alegre, talentoso, virtuoso para el piano, concertista de primera, recordarlo con música, con alegría, como le gustó vivir, con esas notas de los pianos, y este sábado en la sala Rosario Castellanos del IRBAO de Orizaba, a las 7 de la noche, seguro lo harán así. El domingo habrá misa en el Calvario.
Comentarios: haazgilberto@hotmail.com
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