Fortin Municipio que Florece!!!
jueves, 16 de junio de 2011
MARIO BENEDETTI
HAGAMOS UN TRATO
Compañera, usted sabe
que puede contar conmigo,
no hasta dos o hasta diez
sino contar conmigo.
Si alguna vez advierte
que la miro a los ojos,
y una veta de amor
reconoce en los míos,
no alerte sus fusiles
ni piense que deliro;
a pesar de la veta,
o tal vez porque existe,
usted puede contar conmigo.
Si otras veces
me encuentra
huraño sin motivo,
no piense que es flojera,
igual puede contar conmigo.
Pero hagamos un trato:
yo quisiera contar con usted,
es tan lindo
saber que usted existe,
uno se siente vivo;
y cuando digo esto
quiero decir contar
aunque sea hasta dos,
aunque sea hasta cinco.
No ya para que acuda
presurosa en mi auxilio,
sino para saber a ciencia cierta
que usted sabe que puede
contar conmigo.
Mario Benedetti
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Mario Benedetti
HOMBRE PRESO QUE MIRA A SU HIJO
Cuando era como vos, me enseñaron los viejos
y también las maestras bondadosas y miopes,
que libertad o muerte era una redundancia,
a quién se le ocurría en un país
donde los presidentes andaban sin capanga.
Que la Patria o la tumba era otro pleonasmo
ya que la Patria funcionaba bien;
en las canchas y en los pastoreos.
Realmente, Botija, no sabían un corno,
pobrecitos, creían que "libertad"
era tan sólo una palabra aguda,
que muerte, era tan sólo grave o llana,
que cárceles, por suerte una palabra esdrújula.
Olvidaban poner el acento en el hombre.
La culpa no era exactamente de ellos,
sino de otros más duros y siniestros
y estos sí, cómo nos ensartaron
en la limpia república verbal y cómo idealizaron
la vidurria de vaca y estancieros
y cómo nos vendieron un ejército
que tomaba su mate en los cuarteles.
Uno no siempre hace lo que quiere,
uno no siempre puede, por eso estoy aquí,
mirándote y echándote de menos.
Por eso es que no puedo despeinarte el coco,
ni ayudarte con la tabla del nueve
y acribillarte a pelotazos.
Vos sabes bien que tuve que elegir
otros juegos y que los jugué en serio.
Y jugué, por ejemplo, a los ladrones
y los ladrones eran policías
y jugué, por ejemplo, a la escondida,
si te descubrían te mataban
y jugué a la mancha y era de sangre.
Botija, aunque tengas pocos años,
creo que hay que decirte la verdad
para que no la olvides, por eso
no te oculto que me dieron picana,
que casi me revientan los riñones.
Todas estas llagas, hinchazones y heridas,
que tus ojos redondos miran hipnotizados,
son durísimos golpes, son botas en la cara,
demasiado dolor para que te lo oculte,
demasiado suplicio para que se me borre.
Pero también es bueno que conozcas
que tu viejo calló o puteó como un loco,
que es una linda forma de callar,
que tu viejo olvidó todos los números,
por eso no podría ayudarte en las tablas
y por lo tanto olvidé todos los teléfonos
y las calles y el color de los ojos,
y los cabellos y las cicatrices
y en qué esquina y en qué bar,
qué parada, qué casa.
Y acordarme de ti,
de tu carita, me ayudaba a callar,
una cosa es morirse de dolor
y otra cosa morirse de vergüenza.
Por eso ahora, me podés preguntar
y sobre todo puedo yo responder.
Uno no siempre hace lo que quiere
pero tiene el derecho
de no hacer lo que no quiere.
Llora nomás, Botija,
son macanas que los hombres no lloran,
aquí lloramos todos,
gritamos, chillamos, moqueamos, berreamos,
maldecimos,
porque es mejor llorar que traicionar,
porque es mejor llorar que traicionarse,
llora, Botija, pero no olvides.
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