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lunes, 17 de octubre de 2011

CAMALEON Sísifo moderno Por: Alfredo Bielma Villanueva

Lun, 17/10/2011


Sin duda, una vez más se repite el adagio que pregona: “el hombre es el único animal que se tropieza dos veces (por lo menos) con la misma piedra”. Tal refrán le queda como anillo al dedo al Partido Revolucionario Institucional que parece no aprender de las experiencias pasadas con las que la realidad le ha demostrado que ya no es posible venderle impunemente a la ciudadanía gato por liebre.

Hace seis años diversos grupos al interior de la cúpula priísta se empecinaron en proponer a Arturo Montiel, ex gobernador del Estado de México, como precandidato a la presidencia de la república para oponerlo a Roberto Madrazo. Debido a un defecto de nuestra cultura política a los simpatizantes del prospecto mexiquense no les importaban los antecedentes que involucraban a Montiel en inocultables rastros de corrupción, y que por lo mismo pecaba de vulnerable. En el pecado llevaron la penitencia, pues con su perseverancia auspiciaron que los adversarios del mexiquense centraran sus baterías en el flanco más débil, el resultado ya lo conocemos y lo padeció el PRI agenciándose por ese y otros motivos una pírrica votación en la jornada electoral del 2006.

Seis años después, en un contexto en el que la pluralidad de pensamientos ha avanzado en los frentes políticos y ciudadanos, la corrupción sigue siendo un denominador común, una variable permanente que el priísmo persiste en menospreciar sin reflexionar sobre la opinión que al respecto tiene la población mexicana. Así parece porque, para empezar, no midieron las consecuencias al designar para presidente del Comité Ejecutivo Nacional a un ex gobernador del que se han publicado tortuosos manejos de las finanzas públicas a su paso por el gobierno de Coahuila. Lo publicado amenaza en convertirse en una creciente bola de nieve que hará insostenible su posición, pues no debe estar en la estrategia priísta el abrir demasiados frentes de operaciones ya que una y otra vez le recordarán a Moreira aquellos deslices y lo mantendrán ocupado en defenderse de esos señalamientos, motivo por el cual debe estar ponderándose su pronta remoción.

Por si fuera poco, como si no hubiera al interior del PRI más tela de donde cortar, acaban de nombrar como delegado regional en tres estados del noreste del país a otro actor político cuya reputación está en entredicho, por escribir lo menos. No pasó mucho tiempo de que el PRI designara a Fidel Herrera Beltrán como coordinador regional para que le colgaran algunos trapitos, ventilados a la luz de la opinión pública. Los señalamientos en contra del ex gobernador de Veracruz son verdaderamente graves y no pasan desapercibidos, a pesar de que pretendan solaparlos con el cuento de que son ataques por su calidad de priísta. Para el colmo del señalamiento público, como se señala a Moreira en Coahuila, es una verdad incontrastable que el veracruzano dejó a su estado en lamentables condiciones económicas, administrativas y financieras. ¿Es con personeros como estos con los que el PRI piensa regresar a Los Pinos? ¿De ese tamaño es su menosprecio hacia la ciudadanía? ¿Se merece México gobiernos integrados con políticos de este perfil?

Parece que en el PRI no le bastan los problemas que enfrentan para resolver tersamente la candidatura de Peña Nieto sin lastimar a Beltrones y a su grupo, que se mantienen en la estrategia programática arropándose contra la tradicional cargada de los búfalos que olfateando al viento ya están con quien suponen los llevará al triunfo, sin importar qué tipo de gobierno propone. El coordinador de los senadores priístas combate desde una trinchera de principios que, por lo pronto, ya sumó hasta a opositores al PRI. La lógica de la propuesta de un gobierno de coalición cabe y sería propicia para atajar y desvanecer cualquier abanderamiento cuyos propósitos conlleven nostálgicos liderazgos carismáticos.

Ya está pintando como atípico el proceso electoral que viene, seguramente condicionado por el problemático contexto que vive el país. Por la concluyente actitud que Calderón demuestra en contra de la posibilidad que el PRI regrese a la presidencia, pasando por la crisis de inseguridad que consterna a la nación, hasta la disputa partidista que será más radical que nunca, se avizora un 2012 bastante movido, pues se pondrá a prueba, una vez más, al sistema político mexicano, la resistencia de sus instituciones y en general el camino que tomará este país para resolver pacíficamente su futuro.

Importantes actores, sectores y factores de la población mexicana hacen camino al andar para arribar con éxito a Julio de 2012. Acá, en la aldea jarocha, en donde en política el más chimuelo masca plomo, el legislador federal José Yunes Zorrilla acaba de demostrar su extraordinaria convocatoria entre la clase política de Veracruz a propósito de su segundo informe de su trabajo legislativo y de gestoría a la población de su distrito. Si bien lo realizado es destacable por los sustanciosos beneficios materiales para los pobladores de la circunscripción electoral por la que fue electo, habrá que subrayar que la abultada respuesta a su convocatoria se conformó con buena parte de la clase política veracruzana perteneciente al PRI, encabezados por el gobernador Duarte de Ochoa. En política nada es por casualidad, dicen los que de esto saben.

José Yunes Zorrilla forma parte de la sangre nueva que con diferente visión está nutriendo a la clase política mexicana. Su actual circunstancia lo apunta como muy probable candidato del PRI al senado, ¿cuántos de este perfil accederán a posiciones nuevas? Porque una golondrina no hace verano y México requiere de una clase política nueva, diferente a la que hemos formado y padecido, que se comprometa ahora sí con el interés general y no privilegie el medrar en el erario.

Débese acotar aquí que no se requiere en la actividad política de ser joven de edad para demostrar una actitud solidaria y congruente con los intereses de la colectividad. Jóvenes los hay que se asimilan a los viejos moldes y allí quedan, aunque “progresan” vegetando como simples escaladores de cargos públicos. En la lúcida madurez, por ejemplo, Ricardo Ahued, Héctor Yunes, Flavino Ríos, Guillermo Zúñiga, Alejandro Montano, etc., también enriquecen a la clase política con una actitud que en nada comulga con la sumisión a la que la disciplina partidista somete a su militancia.

Javier Duarte de Ochoa, es joven y es el gobernador de los veracruzanos, tiene por esa circunstancia el privilegio de al menos intentar la conformación de una nueva clase política en Veracruz que le responda a los veracruzanos. Ha conocido muy de cerca lo pernicioso que resulta la práctica de ciertas conductas en la función pública, a las que no importa la solución de los problemas colectivos en privilegio de los particulares. Con esa rica experiencia y el poder que lo acompaña le resulta una responsabilidad histórica única y muy grave, a la vez que honrosa: transformar hasta donde le sea posible a la clase política veracruzana alejándola de la corrupción, abatiendo los índices de impunidad que la acrecientan.

Un proceso electoral debe aprovecharse no solo para integrar gobiernos ni cuadros de representantes sino para remodelar las instituciones acondicionándolas para bien del país. En esas estamos, como modernos Sísifo empujando la roca hasta la cima tan solo para verla caer y de nuevo empujar hacia arriba. El intento vale la pena.

alfredobielmav@hotmail.com      oterociudadano.com.org.mx  

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