Fortin Municipio que Florece!!!

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viernes, 14 de octubre de 2011

Acertijos PARIS DIA CUATRO

Por: Gilberto Haaz Diez

*Nunca se va tan lejos como cuando no se sabe a dónde se va. Camelot.


PARIS DIA CUATRO
Tomo la barcaza del Sena. He dejado la torre Eiffel y a las multitudes que se arremolinan por subir y bajar. Que a eso se va a ese lugar. El huamachito florece y el otoño da frío, comienza el recorrido, pasaremos el Museo de Orsay, Notre Dame y siete paradas mas, por 14 euros recorremos el mítico rio, su navegable Sena.
El barco es totalmente cerrado, no permite la entrada del aire, en día frio es agradable. Damos la vuelta, me bajo en Notre Dame por la parte del río. Cruzo a la entrada principal. La iglesia de Notre Dame se ve imponente. 850 años va a cumplir en el año 2013. Notre Dame tiene una historia ligada a México. En su imponente catedral se suicidó Antonieta Rivas Mercado, hija del arquitecto Antonio Rivas Mercado, creador de la Columna de la Independencia mexicana; periodista, intelectual, feminista, pensadora, bailarina y dramaturgo. Se suicidó con el revolver que siempre usó José Vasconcelos, de quien se sospechó desilusionada de su amor. Una historia de tinta sangre del corazón. Ahora estoy dentro de esa iglesia. En su frontispicio luce una máquina gigante, la están remodelando. No hay misa, pero se pide silencio y respeto. Miles la visitan, millones al año. Hay un anexo dedicado a la Virgen de Guadalupe, y a la Pilarica, las dos banderas, la mexicana y la española ondean dentro de ese centro de rezo. Tomo una vela y la enciendo, dejo dos euros, su valor, pido por la salud de los mios. Compro unos souvenirs para el Obispo Marcelino Hernández Rodríguez, y otros recuerditos para mis cuates, los presbíteros orizabeños.

UN TENTEMPIE

Como un tentempié frente, en los restaurantes para turistas, la sopa de cebolla y una lasaña matan el hambre. Termino. Tomo un taxi. Paso por la Plaza de la Concordia. Veo el hotel Crillón. Una historia me hace rememorarlo. Hace poco, con unos contertulios amigos de Tierra Blanca, Toño Silva me habló de ese hotel. Presumía que llegaba a costar 5 mil euros la noche, y que ellos se hospedaron algunas veces, cuando él era asesor de aquellos funcionarios del Pemex de Jorge Díaz Serrano, Chavarría y de León, que salieron por piernas con cientos de millones de dólares productos de sus tentoneadas en esa paraestatal. Un terrablanquense dice que el buen Toño conoció medio mundo en su periplo de huida con sus patrones, a quienes correteaba la Interpol.
Pululan miles y miles de bicicletas y motos. Hay espacios para ellos. Lo que Ebrard quiere hacer en México. Se les ve a todos, señoras de edad, hombres de traje, jóvenes y jovenas (Fox dixit), y uno que otro abuelito. El Metro ahora no está tan apestoso. Es otoño y el frío cuida los malos olores. Los baños son los baños. El idioma ahí va. No ocurre como a aquel joven al que su padre envió a estudiar a Estados Unidos, y al poco le mandó una carta, diciendo: “Inglés dificúlteseme, español, olvídaseme”. Se puede hablar con ellos. Una gran mayoría entienden el idioma español. Si en los inicios de la humanidad, el hombre no hablaba y no conocía el lenguaje, los cavernícolas se entendían a señas, lenguaje universal, aquí así le hacemos a ratos. No vino Pelón Huerta, que es poliglota (eso lo serás tú, diría Pancho Arano), y en ausencia de traductor, Rico y quien esto escribe hacemos lo que podemos.

CAMPOS ELISEOS

Llego a Champes Elysées. La famosa calle mundialmente conocida. Donde se ubican los negocios perrones. Para ricos. Para pobres, no hay cabida. Pero uno puede visitarlos y asombrarse de los relojes que exhiben en sus aparadores, como uno que vi de 45 mil euros, que con eso comería tres vidas, diría Perro Uribe. Me asombró como la botella de coñac Remy Martín que vi hace nada en Mc Allen, de ese precio más o menos. Aquí nace la afamada Louis Vuitton, la que fabrica a mano las bolsas de mujeres. Vamos a entrar, comenté. Al llegar había una cola como de media cuadra. Como pude pregunté al hombre de la puerta, totalmente trajeado en negro, qué carajos pasaba. Me dijo que formara a la cola. Parecía cadenero de Antro. Nunca encontré la explicación del porqué de esa cola. Me imaginé que habría una barata. No la había. Quizá sea una mercadotecnia nueva. Lástima, se perdieron de mis 50 euros que pensaba comprarles, aunque creo que con eso allí no alcanzaría ni para unos chicles, las bolsas llegan a valer hasta 20 mil euros, cifras inimaginables. Ahora no vi figuras mundiales. Otro año me pareció ver a Julia Roberts salir cuando yo entraba, pero a lo mejor vi visiones. Ni hablar, Vuitton se quedó sin mis euros. Hay días así.

SHAKESPEARE AND CO.

Salgo de Notre Dame, voy a la librería Shakespeare and Co. Está a unos quinientos pasos, cruzando la iglesia. La volvió a hacer famosa Woody Allen en su película ‘Medianoche en París’. Quise verla por mis propios ojos. Allí, en esa librería se editó la primera edición del afamado libro Ulises, de James Joyce. El que consideran la Capilla Sixtina de la literatura, libro que sigo sin entender por más que lo leo al derecho y al revés, me ocurre lo que a Marilyn Monroe, de quien en la casa museo de Joyce, en Irlanda, hay una postal leyéndolo, según explicó el periodista español, Manuel Vicent. Voy con Vicent:
“El sacrificio de leer el Ulises de Joyce, sin importarle nada, sólo tenía sentido como inmolación ante aquel amante al que creía superior, pero Marilyn sabía de la vida más que Joyce, más que Molly Bloom y más que el propio Miller. Fue una niña abandonada por su madre, una adolescente violada, una chica de calendario para camioneros, que pasó de los brazos del bruto y celoso héroe nacional Joe di Maggio a los de Arthur Miller, un judío intelectual neoyorquino, convertida siempre en pieza de caza mayor, para acabar zarandeada por dos ciervos de catorce puntas de la familia Kennedy hasta la muerte. En esta tarjeta postal Marilyn parece dispuesta a sorber todo el fluido interior de Molly Bloom que arrastra grumos lascivos de su subconsciente abierto a un sexo cenagoso. No obstante, a Marilyn se la ve pura, perdida, transparente, sometida a una prueba inútil: tener que leer el Ulises de Joyce para presentarse ante el amante intelectual con la lección aprendida, cuando ella se la sabía de memoria sin literatura simplemente por haberla vivido”. (Manuel Vicent).
Comentarios: haazgilberto@hotmail.com

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