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viernes, 9 de agosto de 2013

“Si no se privatiza Pemex me cambio el nombre”


LICURGO DANIEL SOLORIO BANDAvie 9 ago 2013 14:17
  
Al analizar el tema de la privatización de PEMEX surgen una serie de debates estériles de tipo verbal. “No se privatizará ni un tornillo”, “No se privatiza sólo se moderniza” 
Hace algunos años Andrés Manuel López Obrador dijo que Calderón no cumpliría su promesa de construir una refinería, que podía apostarlo, que caso contrario se cambiaría el nombre. En ese momento muchos podríamos haber pensado que es una apuesta muy fuerte. Que a Calderón no le costaba nada construir una refinería porque además de necesaria, le podría restregar en la cara a su enemigo político que él sí cumple y con visión de estadista cimentar el futuro energético de México. Las refinerías no vieron un solo ladrillo. ¿Por qué?
Lo que AMLO decía, supongo, es que el tema energético no es una cuestión técnica sino política, o si no lo pensó así, yo sí lo creo. Al analizar el tema de la privatización de PEMEX surgen una serie de debates estériles de tipo verbal. “No se privatizará ni un tornillo”, “No se privatiza sólo se moderniza” y una serie de verborreas que nada abonan al debate serio. El debate sobre la reforma energética definitivamente no debe centrarse en un debate sobre semántica, tampoco puede encuadrarse en un debate exclusivamente técnico porque estaríamos ignorando lo esencial, el problema político.
En el terreno político es donde nos deben más explicaciones. Convencernos con argumentos técnicos es débil, porque son falibles, puesto que también existen argumentos técnicos para no privatizar.
Hasta donde alcanzo a ver, es el espacio de lo político donde están los verdaderos dilemas. Compartir la renta petrolera puede ser bueno como lo puede ser asociarte con alguien para abrir una tienda de abarrotes, un restaurante o una constructora de vivienda, pero, de ahí a compartir un recurso estratégico para una nación hay un mundo de diferencia del que no se quiere hablar y ahí es donde entra la política.
Si nos quedáramos en lo técnico habría que demostrar que para inyectar recursos no hay alternativa más que compartir la renta petrolera. PEMEX es de las industrias de mayor peso en el mundo ¿no habrá quien financie los préstamos de los que se dice son insoslayables? ¿No habrá quien quiera rentar la tecnología necesaria? ¿Por qué someterse a la condición: o compartimos las ganancias o no hay nada? ¿Por qué no invertir en investigación? Para estas salidas posibles no es necesario reformar la Constitución.
Vuelvo a AMLO. Él ha señalado que PEMEX debe convertirse en la palanca del desarrollo nacional. Creo que un gobierno sin el control del petróleo no podría industrializar a un país. Y lo peor, un gobierno compartiendo territorio con juntas de gobierno de empresas en las que se encuentran personajes de la geopolítica, menos! Es evidente que la política neoliberal no ve anti-ético que después de dejar el gobierno se pase a los consejos de administración de las empresas transnacionales y mejor aún si son de armamento, energía o bancos. Esa simbiosis también es peligrosa para nuestro país que tiene un largo historial de asedio.
La apuesta de AMLO no era la de un gran adivinador del futuro, era sencillamente alguien que como muchos, entiende que los gobiernos neoliberales están atados de manos porque no controlan la política sino que la política está supeditada a la economía global impuesta. Los factores reales de poder impedirían a Calderón o cualquiera de estos gobiernos realizar transformaciones reales en beneficio de la mayoría, por eso aquellos del “capitalismo de cuates”. 
Recurrir a la última falacia de que sí es posible reformar porque “el tata” nunca vio problemas con las reformas, no es más que un argumento de autoridad lo cual es una falacia. No obstante las credenciales legítimas en la materia de la persona que se invoca, no se trata de indagar las intenciones de quien nacionalizó la industria, sino se trata de encontrar las razones en el discurso político sobre la idoneidad de tener el control absoluto o no del petróleo mexicano.
Es verdad, como dicen algunos, que la postura de AMLO es conservadurismo de izquierda. Es verdad porque está diciendo: “quédese todo como está”, “defendamos la Constitución”. No es lo óptimo ese conservadurismo, pero, el contexto político enseña que cuando se trata de reformar lo que fue revolucionario es necesario quedar en ese dilema. La izquierda chilena está proponiendo una nueva constitución porque su Constitución vigente nació de la dictadura. Nuestra Constitución surgió de un proceso social, por eso defenderla no es conservadurismo, es aguardar esperanza para un futuro que no nos pertenece, pertenece a nuevas generaciones que no tienen porque ser privadas de tener un recurso estratégico por la ambición de unos. Ya nos impusieron una primera hipoteca llamada Fobaproa. Seguramente la renta petrolera se irá a manos privadas, quizá con todo y reforma a la Constitución, no se puede ignorar que la derecha partidista PRI-PAN guarda una hegemonía en las Instituciones. Vender nuestro petróleo es negar la posibilidad de que en futuro próximo mediato México se erija como un país autosuficiente, libre y desarrollado. Corresponde a ésta generación defender lo que queda de país.
Licurgo Daniel Solorio Banda

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