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jueves, 15 de agosto de 2013

Acertijos ¿A QUÉ VINO AMPUDIA? Por: Gilberto Haaz Diez


*Lo malo de la experiencia es que aparece siempre después de equivocarte. Camelot


¿A QUÉ VINO AMPUDIA?


Los relevos en el equipo de bateo del campamento duartista, con su manager a la Tom Lasorda, han llegado como las lluvias, cuando cayeron con la gracia sobre los huertos resecos y marchitos. Unos se van, otros llegan, como en la vida, para que al final la vida siga igual, según cantaba Julio Iglesias. En los diarios se vieron todos con el Tom Hanks de barbita tomándoles protesta, como lo permite la Constitución local. Pero lo que queda en el ambiente y es pregunta de muchos políticos, es lo referente al ¿A qué vino Ampudia?. Pregunté como Mitofsky a algunos picudos políticos y las tesis varían. Unos dicen que a nada. Otros que a pelearse con Miguel Ángel Yunes Linares, su hermano del alma, realmente el amigo, como le cantaban al Papa. Las batallas epistolares que se dieron al tiempo que tomó el cargo de subsecretario de Gobierno, invitado por el gobernador Duarte y nadie más, denotaron un derrotero de tranquilidad, porque este hombre traía fama de buen negociador y es buen político, un animal político en el sentido aristotélico de la palabra. Intenté en estos días, cuando se supo de su relevo, hablar con él. No contestó. Creo que en esos días no le contestaba el teléfono ni a Dios -sin embargo, si hablé con Miguel Ángel Yunes, pero de otras cosas, no de él-, al no poder parlar con el susodicho llamé a uno de sus allegados, el abogado y expresidente de Córdoba, Juan Herrera Marín, me dijo que, para su punto de vista, habían cumplido, que pasó el proceso electoral y no había habido incidente que inquietara a Veracruz. Ni hablar, las hojas de los calendarios caen. Se va José Enrique Ampudia Mello a un mes de que inicie el otoño. Como lo escribiera Pablo Neruda en su Testamento de Otoño: “En el alto otoño del mar, lleno de niebla y cavidades, la tierra se extiende y respira, se le caen al mes las hojas”.

JUAN MANUEL DEL CASTILLO


Entre esa vorágine de cambios gubernamentales, donde picudos y no picudos hicieron acto de presencia en el Palacio de Gobierno para ser vistos y dejarse ver, entrando a codazos al sitio donde una vez gobernó Ruiz Cortines y Alemán, los dos gobernadores de Veracruz y presidentes de la República. Allí mismo, certificando la historia, Duarte hizo que levantaran la mano casi una decena de ellos. Sí protesto, pero acepto, habrán dicho. El Buga se muda a otra oficina, se llevó su escapulario y a la Virgen de la Macarena (de noche, cuando me acuesto, le rezo a la Virgen de la Macarena). Alberto Silva Ramos va a navegar nuevos mares. Enroques y nuevos nombramientos hicieron un lunes especial para muchos de ellos. La tenebra llega a Gobernación. Pero quise escribir de alguien que estaba en espera y tenía merecimientos, Juan Manuel del Castillo, cordobés, amigo personal del gobernador Duarte que, desde sus inicios de mando, estuvo en la antesala de las oficinas de palacio cuidando un flanco, el derecho, en la secretaría particular; el izquierdo lo cubre con eficiencia Betty del Toro. Del Castillo una vez partió a una aventura electoral, primero se le mencionaba para la candidatura a la diputación local por Córdoba, su tierra. Luego, cuando los Mitofskys metían la pata y la mano, lo enviaron de segundo al bate en ese diamante cordobés al lado de Paco Portilla Bonilla, orgullo del barrio 2 de abril de Tierra Blanca. Perdidos en esa elección, aguardó su tiempo porque hay que confiar en el tiempo, que suele dar dulces salidas a muchas amargas dificultades, según escribió un señor llamado Miguel de Cervantes. Juan Manuel fue llamado y tomó protesta al frente del Fideicomiso del 2 por ciento a la nómina, que tanto lucha por inversiones en el estado.

LOS DE NEMI

Palomeados por el hombre de la barba tupida, Juan Antonio Nemi Dib hizo los suyos. Sus cambios. Del exilio (como una vez lo estuvo el escritor ruso Dostoyevsky en Siberia, el escritor mejor conocedor del alma humana de todos los tiempos) trajo al doctor Luis Fernando Antiga Tinoco, que también fue secretario de Salud en sexenio pasado. Llega de Cosamaloapan, que también es pueblo, a hacerse cargo del primer hospital creado en la era Duartista, el de Boca del Río, allí donde el Chiquiyunes les verá con ojo de lince. Un hospital de 60 camas con proyecto materno infantil. En su relevo a Cosamaloapan llega un médico trabajador y honesto, Manuel Lila de Arce, cuenqueño de nacimiento, también orgullo del barrio 2 de abril de Tierra Blanca, donde nació Che Che Portilla, otro que ahueca el ala de la Jurisdicción Sanitaria número 7 y se va a una encomienda perrona, crear una nueva Jurisdicción en los rumbos de la sierra de Zongolica. Lila andaba malito de una operación en la espalda y ya está listo y activo. Embasado, como decía un ex en términos beisboleros. Es un reconocimiento a su trabajo, lo mismo de médico que de secretario de Salud, que lo fue un tiempo del sexenio pasado. Ese nombramiento habla muy bien del secretario Nemi Dib. Que no es gente de rencores ni de caprichos. En Orizaba arriba el doctor Andrés Manuel Esquivel Haaz a la Jurisdicción Sanitaria número 7. Creo que lo salé, porque apenas ayer le eché una porra de lo bien que tenía el Hospital cordobés de Yanga, pero me dicen quienes saben de estas cosas que aquí logrará seguir ejerciendo lo bien que hace de médico y administrador.

SEXENIO TRAS SEXENIO


Cambios vienen y van. A dos años, diez meses y unos días de que comenzó a gobernar, Duarte de Ochoa realiza quizá los cambios que vendrán al término de su sexenio. Javier al parecer adelantó las líneas del fútbol americano, para tener una ofensiva de touchdown y lograr una defensiva como la legendaria Cortina de Acero, de los Acereros de Pittsburg. Los pitonisos ya ven (vemos, diría Kamalucas) los ajustes pensando en el futuro, y muchos de ellos ya caminarán como flotando, levitando porque dirán para sus adentros que esa oficina donde gobierna el actual, puede ser suya. Ese asiento que, decía Napoleón, es solo un taburete forrado de seda, pero que da poder a más no poder. Jugarán su juego y apostarán a los que piensan llegarán. Bien lo decía Maquiavelo: “En general, los hombres juzgan más por los ojos que por la inteligencia, pues todos pueden ver, pero pocos comprenden lo que ven”.
Comentarios: haazgilberto@hotmail.com

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