Fortin Municipio que Florece!!!

Fortin  Municipio que Florece!!!

martes, 8 de octubre de 2013

Tejido social, bordado a mano por:Claudia Constantino

                     
La gran tarima para el encuentro de jaraneros y trovadores que cada año se realiza en Tlacotalpan, en el marco de la fiesta de La Candelaria, ya está lista. Los ingenieros de sonido casi terminan de checar micrófonos y bocinas.  Los primeros grupos participantes, de a poco, van llegando en torno a la plaza pública, y se van acomodando… No camerinos, nada de parafernalia artística…
Sólo jaranas, mosquitos, morimboles, cajones por doquier. Muchachas de falda larga, con refajo y zapatos de fandango se disponen a participar con su baile heredado de la abuela a la madre, hasta llegar a ellas.  Cabelleras largas, peinetas que sujetan los caireles, sonrisas que adornan esplendorosamente los rostros.
Las ganas de hacer Son, los convoca a todos.  Hermanos, amigos por esa noche, sin importar su procedencia o destino. Personalidades de las artes plásticas, del mundo literario, y periodistas, son testigos de cómo este tejido social respira y se fortalece auspiciado por, exactamente, nadie, que no sea la sociedad mexicana en persona.
En el discurso político, hace unos pocos años comenzó a escucharse éste término recién acuñado, tan solo en el tercer cuarto del siglo pasado: tejido social; y se refiere, en la teoría sociológica o antropológica, al conjunto de relaciones sociales que dan cohesión a un grupo social. 
Existen en México, de manera incipiente, soluciones tajantes como los caracoles zapatistas en el sureste de México, que desde 1994 manejan  sus propias reglas sociales, como prioritarias, a costa del aislamiento del resto de la sociedad mexicana.
Y, en muchos otros sitios del país, se repite la experiencia de esta manera de alimentar el alma, para así, resistir los embates de la pobreza, de la ignorancia y de la desesperanza que genera una vida sin acceso a la educación de calidad o de un trabajo que permita una vida digna.
Es patente cómo la falta de consideración para los gobiernos del progreso del tejido social, ha detenido temas tan fundamentales como la garantía de los derechos humanos, y la armonía de la civilización humana con la ecología del planeta.
Pero, en la plaza pública, el Fandango comienza, jóvenes lanzan al viento su canto plagado de denuncia social, de sed de justicia, de belleza valiente y de capacidad de improvisar; del mismo modo como improvisan una manera de sobrevivir cada día, que bordeé la miseria, hasta llegar a recuperar la esperanza de que, un día, así como los antiguos les enseñaron a hacer versos y música llanera, ellos le puedan enseñar a sus nietos cómo cambiar a su país por uno más justo y menos desigual.
Por esta noche, en que la música se propaga como limpia brisa que a todos da aliento nuevo, México es menos contrastante, porque hay allí un foro, una canción y un público que comparte un sueño: el de que nadie decida por ellos, que les llena el alma de amor, y la cabeza de sueños.
Viejos y jóvenes; mujeres y hombres; músicos y versadores ; zapateadoras y fandangueros, tejen su vida con un estilo diferente; ese donde no se necesita dinero en demasía para ser feliz, para crear y preservarse. Por esta noche en el Fandango, nadie recuerda quién les gobierna. Porque no es importante. Por esta noche: están todos tejidos a mano.

No hay comentarios:

Publicar un comentario