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miércoles, 2 de octubre de 2013

Acertijos LOS HOTELES Por: Gilberto Haaz Diez



*Podemos confiar en los malos. Nunca cambian. Camelot.
LOS HOTELES

Suelo llegar a los hoteles que descubro. En cuanto me tratan bien en uno y regreso a la misma ciudad, por lo regular voy al mismo. Me ocurre en todos lados, en España el Liabeny es mi casa, cuando por allí moro. Es céntrico, tiene servicio de primera, se desayuna como campeón, Plaza Sol al pie, allí donde ahora protestan y un Corte Inglés a cien pasos lo espera a uno con su extraordinaria librería y, lo mejor, el Consierge Pedro, que te consigue desde un boleto de primera del Real Madrid en el Bernabéu, hasta los mejores restaurantes. Aquí en McAllen llego al Renaissance, Casa de Palmas Hotel. Tiene su historia. Existe desde 1923 y por aquí seguro en ese tiempo era una posada o un hotel de paso de aquellas carretas que traía la Wells Fargo, con pistoleros arriba cuidando que un malhechor no llegara a asaltar a los cuatro o seis pasajeros que iban dentro. Es un hotel viejo, pero muy renovado, limpio, se duerme en sus colchones como si fuera un Dormimundo. Y se desayuna bien, aunque nada como ir por los hotcakes del Ihop. En la entrada del hotel una placa cuenta su historia. Es hotel de los considerados casi patrimonio de los texanos. No sé si Pancho Villa (Oye tú, Francisco Villa, qué dice tu corazón) merodeó por estas praderas, pero seguro por aquí se daba sus vueltas antes de llegar a Columbus, una noche de copas una noche loca, cuando les tiró tiros a los texanos para que no anduvieran vendiendo parque que sonaba como chinampines, cuenta la historia que la pólvora estaba mojada de aquellos rifles que Villa les compró y de allí la venganza de ir por ellos a Columbus. Aunque Columbus quedaba en Nuevo México y aquello fue por allá de 1916.

EL GRINGO DE LA CHELA

Las tiendas son lo de siempre. Es víspera de Halloween y en muchas de ellas, espantan. Compro una calaca flaca para mis nietos, de esas que pelan los dientes y cantan una cancioncita mamilona. Ya se encuentra mercancía navideña, como ya la hay en las que están en Veracruz, las Walmart y Sams y las de Chedraui cuesta menos. Rumbo al Freeway, en la esquina de la calle 10, la que divide McAllen, en esa esquina de una gasolinera, abajo del puente se encuentra un hombre barbado blanco, porta un letrero al pecho, normalmente no cambia de esquina, aquí se le ve cada que uno llega. Tiene un letrero escrito en plumón sobre cartón que dice más o menos así: “No le miento, ayúdeme, quiero tomarte una cerveza, deme un dólar”. Y es tanta la sorpresa de que no te engañe, que no te mienta, que termina uno dándole ese dólar para su chela.

LAS AUTOPISTAS TEXANAS


Suelen tener fama mundial las autopistas texanas y las californianas, de ser las mejores del mundo. Uno no puede sorprenderse cuando se camina por cualquier otro país, porque aquí, a un lado, allí nomás tras lomita, a los que ellos llaman al sur de la frontera, nos empalmamos con ellas. No hace mucho requerían de un libramiento porque los pueblos cercanos crecen a velocidades rápidas, en el camino que va de McAllen a Mercedes, sede del Outlet, pues en menos que canta un gallo la hicieron con un ramal de tres tremendas bifurcaciones, como la que se pretende hacer en La Boticaria, solo que aquí son tres o cuatro de esos extraordinarios libramientos, a lo bestia. He contado esta anécdota un par de veces. Va de nuevo. Alguna vez de hace tiempo le escuché decir al gobernador Rick Perry, en esos viajes que hacía a Texas el gobernador Herrera, que de gobernador a gobernador quería un intercambio, Texas aportaría las autopistas de las que tienen fama mundial, y Veracruz daría a cambio el petróleo. Lo que Perry ignoraba es que el petróleo es de la Nación, y no hay estado del país ni gobernador que tenga libertad ni para extraerlo ni canjearlo, como lo hacen ellos, que los pozos petroleros y su extracción y distribución son de empresas privadas como nos lo pintaban en aquella serie televisiva del mamón JR. O la misma película señera de James Dean, ‘Gigante’, donde compartía créditos con Rock Hudson, que en ese tiempo aún no salía del closet, y la eterna Elizabeth Taylor. James Dean encontró petróleo en su parcela y desde allí su vida cambió, millonarioo se hizo y se le vio de repente con autos caros y un avión privado, como el que ostenta el dirigente petrolero de Pemex, Carlos Romero Deschamps, solo que éste último de puro apañe de las cuotas sindicales y otras cositas que le otorga la empresa. El gobernador Perry ignoraba nuestra Constitución Política. De maravilla la autopista 83, el llamado Freeway, que de seis carriles, tres de ida y tres de vuelta y los aledaños, hacen que uno recuerde las porquerías que tenemos en casa, las de Capufe, que parecen caminos rurales y llenas de hoyos sobreviven y las cobran, aquí ni siquiera existen casetas. ¿Cobros? ¿Qué es eso? Para llorar. Aunque no me quejo tanto, no vaya a ser como aquel tipo del cuento que se quejaba tanto de su país que terminó en otro ‘piorcito’, diría Minga.

EN LA ADUANA


Lunes por la mañana. Llego al aeropuerto. Cruzo la frontera entre Texas y Tamaulipas. Casi a pecho tierra. Anoche vi en la tele que en el condado de Pharr sonaron los cañonazos, y la efectiva policía tenía bloqueada dos cuadras. Hay soldados resguardando nuestra zona. Llego al aeropuerto de Reynosa. A lidiar con la aduana. Toco el botón, sale verde, paso veloz, sin embargo, el tipo me interroga:
¿De dónde viene?
McAllen, afirmo.
¿Cuantos días?
Solo un fin de semana.
¿Cuánto gastó?
Poquito.
¿Adónde vuela?
A Veracruz, tierra de Duarte.
Entonces me dejó pasar. Abordé y el vuelo de Viva Aerobús sin problemas. Ligera turbulencia al despegar y una hora después en Veracruz, que también es pueblo.
Comentarios: haazgilberto@hotmail.com
 

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