Fortin Municipio que Florece!!!

Fortin  Municipio que Florece!!!

martes, 8 de octubre de 2013

CAMALEON Cambio histórico Por: Alfredo Bielma Villanueva


Desde siempre se ha discutido el papel que juegan en el contexto social quienes avizoran al mundo circundante solo como espectáculo, del que se abstraen sin conciencia de su pertenencia y de esta manera son ajenos al acontecer real. Esta es una disociación entre quienes ven al mundo como espectáculo, en la quietud de la observación pura, y quienes están inmersos en la práctica de lo cotidiano.
La mejor manera de comprender el acaecer social estriba en una combinación de práctica y reflexión, en inmiscuirse en la cotidianidad a la vez de observarla con detenimiento. Ambas facetas no siempre caminan juntas, como ocurre en la cosa pública en donde hay ambigüedad y acaso hasta discordia entre la ciudadanía y la clase política, pues parecen caminar por sendas opuestas, toda vez que esta última, surgida del contexto colectivo que le da vida, una vez que rompe el cordón umbilical se separa casi abruptamente de su fuente. A su vez, la ciudadanía se desentiende de la actuación de los políticos y se abstiene de participar, por su parte la clase política actúa libremente a favor de sus propios intereses. Si existiere concordancia entre ambos eslabones de la cadena política se lograrían mejores y más inmediatos frutos, esa afinidad la hemos buscado con denuedo pero tal parece que la genética cultural y el mestizaje racial han formado una valla impenetrable que lo impide.
Abrevar de la historia nos ahorra el trance de repetir desaciertos, pues conociendo el pasado entendemos el presente. Ayuda saber que a partir de la consumación de nuestra independencia, durante 40 años el mando presidencial cambió de titular 45 veces, tal fue en el lapso comprendido entre 1821 a 1861, cuando los liberales con Juárez a la cabeza alcanzaron la presidencia, fue un periodo de extrema inestabilidad y desgobierno. También, que en un intervalo de 45 años Juárez y Porfirio Díaz ocuparon la presidencia de la república y que en el siglo XIX se instalaron dos remedos de Imperio, el de Iturbide y el de Maximiliano, con sendos finales trágicos. En ese contexto, a los veracruzanos nos queda el ingrato expediente referido a otro protagonista, funesto en extremo: Antonio López de Santa Anna, a quien quisiéramos proscribir de los registros, pero es tarea imposible debido al amargo trance de su aciaga actuación.
Este héroe de pacotilla ocupó la presidencia de México once veces; una y otra vez fue buscado por la clase política de su tiempo para encabezar la presidencia y en cada ocasión fue ovacionado; en el frenesí de su tiempo el Congreso lo declaró “Prócer de la Patria” y lo adornó con el título de “Su Alteza Serenísima”, fue un personaje increíble cuyo desempeño relevante consiste en haber vendido más de la mitad del territorio mexicano, que durante la Nueva España se extendía en 4.5 millones de kilómetros cuadrados. Aun así, una y otra vez lo buscaban. (¿Qué extrañeza pudiera despertar en el Veracruz de hoy el que se reciba con aplausos a quienes lo han perjudicado?).
A propósito, nuestra historia recuerda que en materia de corrupción los Virreyes dejaron alta escuela y que Iturbide y Santa Anna no fueron a la zaga. El aprendizaje no ha perdido vigencia y en la actualidad pululan los políticos que después de un desempeño lamentable dejan pasar un breve periodo para enseguida postularse a un cargo de elección popular u obtener uno administrativo, confiados en que la memoria colectiva tiene un disco duro cuya capacidad no le permite retener mucha información. A Porfirio Díaz no le importó contradecir su alegato primario de No Reelección con el que combatió a Juárez y a Lerdo, y se reeligió siete veces. Obregón olvidó que el principio de No Reelección prendió la mecha revolucionaria, intentó reelegirse y lo pagó con su vida.
Los tiempos que vivimos son cruciales, tal cual lo expresan las reformas legislativas que están conmoviendo los cimientos de la sociedad mexicana. Se equivoca quien olvida que las grandes transformaciones conllevan desarreglos sociales, porque originan conflicto de intereses y provocan pugnas entre quienes rechazan los cambios defendiendo el statu quo contra quienes los proponen. Visto así, la confrontación se establece entre un gobierno reformista apremiado por las circunstancias y los sectores sociales que ven amenazados sus intereses. Muchos años de inmovilismo han ocasionado la formación de elites sectoriales que no aceptan ni permiten los cambios que les afectan, sin importar los posibles beneficios que pudieran generar en sectores mayoritarios de la población.
Las anteriores versiones de reformas políticas han cumplido en mayor o menor medida con sus propósitos, pero las condiciones actuales obligan a su necesario ajuste. Figuras como el plebiscito, el referéndum, la rendición de cuentas, la revocación de mandato, la reelección de legisladores y del presidente, la recomposición de los diputados de representación proporcional, incluida la forma de su selección, las candidaturas independientes, la sustitución de los órganos electorales, etc., son originadas por las exigencias de un desarrollo político que no acaba de llegar.
De allí la necesidad de conocer el pasado para entender los cambios que levantan polvo. Más aún porque las propuestas están acompañadas por la paradoja de ser impulsadas por la clase política, una circunstancia que vale para estar atentos al acontecer cotidiano porque las protestas públicas llevan mensaje y acaso la inconformidad tenga razón de ser. Por estas consideraciones no es prudente ver al mundo solo como espectáculo, la participación siempre será necesaria y hasta conveniente.
alfredobielmav@hotmail.com

No hay comentarios:

Publicar un comentario