¡ADELANTE!
José Valencia Sánchez
El poder no se comparte
Los temas verdaderamente interesantes para los veracruzanos son seguridad y empleo. A ciertos empresarios les preocupan las cuentas por cobrar con el gobierno, y los políticos desean saber quiénes integrarán el próximo gabinete.
Las cifras y el mensaje político del gobernador en su último informe pasan a segundo término. Nadie le pone atención. Habrá quienes finjan interés, pero en realidad asisten para ver y ser vistos o, de ser posible, para saludar al gobernador electo.
El que se va, poco a poco se va quedando solo. Y después del 1 de diciembre, comenzará a sentir en toda su magnitud esa helada y ominosa soledad del que ha cedido el poder.
Asoma su luz un nuevo sol que brillará por seis años. Se llama Javier Duarte de Ochoa y, contra pronósticos de buena o de mala fe, no será un títere manipulado por Fidel Herrera Beltrán.
El poseedor del poder lo ejerce a plenitud, con dignidad y decoro, jamás a medias. El poder, valga la expresión, que no por trillada carece de vigencia, no se comparte.
En el ámbito nacional Luis Echeverría intentó controlar a su casi hermano José López Portillo. El precio fue el destierro hacia lejanas islas.
En años más recientes Carlos Salinas de Gortari pretendió manejar al aparentemente débil Ernesto Zedillo. Quien pagó semejante osadía fue el hermano del ex presidente, Raúl Salinas de Gortari, quien fue encarcelado de manera por demás humillante.
Y si nos vamos más atrás, el ex presidente Plutarco Elías Calles también pagó con el exilio el maximato que pretendió extender hasta el gobierno de Lázaro Cárdenas, su otrora protegido político.
La historia está llena de lecciones relacionadas con políticos que quisieron perpetuarse en el cargo por sí o interpósita persona. No es posible, al menos no por mucho tiempo.
Unos actúan con energía desde el primer día, y se sacuden de inmediato la sombra del antecesor; otros, dejan transcurrir cierto tiempo y con sutileza van asumiendo el control hasta nulificar por completo al que se resiste a dejar reflectores que ya no le corresponden.
De Fidel Herrera se ha dicho que impuso a Javier Duarte para seguir manteniendo los hilos del poder. Sólo él lo sabe, como sólo Javier sabe si lo permitirá. Una cosa es ser agradecido con quien te apoyó y otra, traicionar a quienes votaron por ti.
Por lo pronto, no es conveniente amarrar navajas entre dos entrañables amigos, el actual y el electo.
Fidel, te deseamos suerte, adonde el destino te lleve o donde tú decidas ir.
Javier, bienvenido y que nos vaya bien a todos los veracruzanos.
Y no olvides, Javier, el clamor generalizado: alto a la inseguridad y la corrupción. Queremos empleos.
pepevalencia37@hotmail.com
José Valencia Sánchez
El poder no se comparte
Los temas verdaderamente interesantes para los veracruzanos son seguridad y empleo. A ciertos empresarios les preocupan las cuentas por cobrar con el gobierno, y los políticos desean saber quiénes integrarán el próximo gabinete.
Las cifras y el mensaje político del gobernador en su último informe pasan a segundo término. Nadie le pone atención. Habrá quienes finjan interés, pero en realidad asisten para ver y ser vistos o, de ser posible, para saludar al gobernador electo.
El que se va, poco a poco se va quedando solo. Y después del 1 de diciembre, comenzará a sentir en toda su magnitud esa helada y ominosa soledad del que ha cedido el poder.
Asoma su luz un nuevo sol que brillará por seis años. Se llama Javier Duarte de Ochoa y, contra pronósticos de buena o de mala fe, no será un títere manipulado por Fidel Herrera Beltrán.
El poseedor del poder lo ejerce a plenitud, con dignidad y decoro, jamás a medias. El poder, valga la expresión, que no por trillada carece de vigencia, no se comparte.
En el ámbito nacional Luis Echeverría intentó controlar a su casi hermano José López Portillo. El precio fue el destierro hacia lejanas islas.
En años más recientes Carlos Salinas de Gortari pretendió manejar al aparentemente débil Ernesto Zedillo. Quien pagó semejante osadía fue el hermano del ex presidente, Raúl Salinas de Gortari, quien fue encarcelado de manera por demás humillante.
Y si nos vamos más atrás, el ex presidente Plutarco Elías Calles también pagó con el exilio el maximato que pretendió extender hasta el gobierno de Lázaro Cárdenas, su otrora protegido político.
La historia está llena de lecciones relacionadas con políticos que quisieron perpetuarse en el cargo por sí o interpósita persona. No es posible, al menos no por mucho tiempo.
Unos actúan con energía desde el primer día, y se sacuden de inmediato la sombra del antecesor; otros, dejan transcurrir cierto tiempo y con sutileza van asumiendo el control hasta nulificar por completo al que se resiste a dejar reflectores que ya no le corresponden.
De Fidel Herrera se ha dicho que impuso a Javier Duarte para seguir manteniendo los hilos del poder. Sólo él lo sabe, como sólo Javier sabe si lo permitirá. Una cosa es ser agradecido con quien te apoyó y otra, traicionar a quienes votaron por ti.
Por lo pronto, no es conveniente amarrar navajas entre dos entrañables amigos, el actual y el electo.
Fidel, te deseamos suerte, adonde el destino te lleve o donde tú decidas ir.
Javier, bienvenido y que nos vaya bien a todos los veracruzanos.
Y no olvides, Javier, el clamor generalizado: alto a la inseguridad y la corrupción. Queremos empleos.
pepevalencia37@hotmail.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario