Le platico
algunas cifras: El 21% del PIB de América Latina lo genera el sector agrícola y
la agroindustria. En México el 12% del
PIB corresponde a la industria agroalimentaria. Esto indica el rezago o el
potencial de crecimiento que este sector tiene en nuestro país. Nueve puntos
porcentuales, cifras comparativas como las que siempre presenta el gobierno
federal, pero en este caso, no son optimistas, sino pesimistas.
En Sinaloa, Sonora, Chihuahua, Nuevo León,
Coahuila, y Durango, la agroindustria está organizada en clústers (cadenas
productivas), que van desde la siembra hasta la comercialización de los
productos terminados. Pequeños productores
organizados conjuntamente con grandes empresas para satisfacer su demanda, y
obtener mejor tecnología y precio. Es
decir, integrando toda la cadena productiva.
Fuera de la zona norte, el bajío y el centro, son las otras áreas de
México dónde hay organización de productores y fabricantes, para mejorar la
competitividad del país.
Le pongo un ejemplo. Pepsico (sabritas y
demás marcas) compran en México cada año, doscientas cuarenta y cinco mil
toneladas de papa, doscientos diez mil de maíz, trescientas setenta mil de
trigo y setecientas toneladas de girasol.
El modelo de agro negocios permite controlar la calidad a lo largo de
todo el proceso agrícola, desde la entrega de semilla de alta calidad a los
agricultores, hasta la garantía de compra del 100% de su cosecha. La empresa compra a productores nacionales el
17% de la papa industrial que consume. El crecimiento de la producción de papa
industrial tiene todavía un potencial de crecer 5.88 veces más. Y sólo para satisfacer la demanda de una
empresa nacional, sin considerar el crecimiento en exportación.
Debemos considerar que la idea de los agro
clústeres es favorecer la eficiencia de la producción, dotar de valor agregado
y construir toda una red logística que otorgue más competitividad a toda la
cadena productiva. La realidad ha
implicado que las grandes empresas en muchas ocasiones abusan de su posición
dominante y explotan a los pequeños productores, estableciendo precios de
compra por debajo del nivel de mercado.
O lo que es peor, empresas como
Gruma o Bimbo prefieren comprar en el extranjero sus materias primas porque les
resultan más económicas.
Cuando nos preguntamos porque es más
económico comprar en el extranjero a pesar del flete, y no en territorio
nacional, llegamos a las condiciones adversas de la economía nacional, como son
las importaciones desordenadas o ilegales de diversos productos (fruto de la
corrupción en aduanas dependientes de la Secretaría de Hacienda), altas tasas
de interés en créditos agropecuarios (cuando éstos existen y están disponibles
y no monopolizados por los secretarios estatales del ramo), falta de
infraestructura y tecnología (pregúntese cuándo fue la última vez en que se
desarrolló una caña de azúcar nacional, y respóndase que en la década de los
80´s del siglo pasado), y sobre todo , altos costos de combustible y de
transporte. (En este punto nos preguntamos porque no podemos aprovechar ser
productores de petróleo, para apoyar nuestra economía con precios bajos de
energía). Hay que añadir a esto, la
falta de seguros agrícolas asequibles a los productores y todo junto es una
masa crítica en contra de la eficiencia del productor nacional. Sobre todo,
cuando casi el 80% de los productores agrícolas poseen menos de cinco
hectáreas.
En la zona centro del estado de Veracruz
nos hemos olvidado de producir maíz, frijol, naranja, y otros productos que
eran tradicionales, por la falta de competitividad –salvo para
autoconsumo-. También vemos los estragos
del manejo de oligopolios en los grandes compradores de caña de azúcar y café
cereza u oro. Un mercado en el hay
muchos productores, y muy pocos compradores, sin ningún control ni vigilancia
por parte del gobierno, que equilibre la relación entre los pocos poderosos y
los muchos débiles.
Un botón basta de muestra: En Veracruz el
desarrollo de la agro industria del café ¨Veracruzano¨(Ya tiene denominación de
origen), no ha recibido en varios años el mínimo apoyo por parte del gobierno
federal o estatal. Un producto atacado
por la plaga de roya que exige sustituir las plantas de café, pero cuya
sustitución se ha manejado más con idea política y de control que en función de
la eficiencia del productor. Falta de
apoyos para adquisición de fertilizantes, tanto inorgánicos como orgánicos (hay
que considerar que el café orgánico tiene una alta demanda y excelente precio a
nivel mundial). Falta de créditos blandos, y un seguro de precio de café que no
ha funcionado porque la tecnología es muy difícil de aplicar en lugares donde
no hay electricidad y mucho menos internet.
Afirmo que los escasos apoyos se han
manejado con criterios políticos, pues los líderes de algunas agrupaciones
cafetaleras, cobran a los propietarios de viveros hasta un 20% del valor de las
plantas que venden al gobierno, con el pretexto de gastos de gestión. Y a los
productores les entregan cantidades inferiores a las que sus vales
indican. Pero los líderes son los que
pueden negociar los beneficios para los productores de café o la venta de
plantas para sustitución, y por ello son los que tienen la sartén por el mango,
a ciencia y paciencia de autoridades estatales y delegados federales. Así, los campesinos más pobres, sufren una
explotación adicional. Adicionalmente se sabe de muchos productores que no
tienen toda su documentación de posesión de predios al día, y que por ello no
reciben el apoyo de $500.00 anuales por hectárea.
Si a esto le aunamos la falta de cultura
de producción de café de calidad, y por ende, la falta de cultura de consumo de
café de calidad a nivel nacional, nos encontramos con una agro industria con un
enorme potencial de crecimiento, pero sin rumbo y sin apoyo real por parte del
gobierno federal.
En la zona de Zongolica, nos encontramos
con enorme cantidad de cultivos, que son aprovechados por coyotes, en lugar de
integrar cadenas productivas con el fin de que el productor obtenga mejores
ingresos.
La conclusión es que la agroindustria del
norte está avanzando a niveles del primer mundo, mientras que en la zona sur
del país (que es la más fértil) todo es retraso, falta de apoyo y una verdadera
desgracia.
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