Quincena en mano, la maestra Felicitas se apresura al molino de nixtamal, compra varios kilos de masa, pasa por la carnicería, paga un kilo de costilla de puerco y dos de manteca. Va por las hojas de plátano y un poco de calabaza, piloncillo y canela.
Con toda la compra llega canturreando a su casa y en la cocina desembarca los ingredientes para los tamales y la calabaza en tacha. El café ya hierbe en el fogón y sus hijos terminan de adornar el arco del altar que como otros años corona la ofrenda.
Dos días después, el misanteco más famoso y rico entra al congreso del estado por la puerta grande: Juan Nicolás Callejas Arroyo, contra todo pronostico y firme esperanza, se instala en su nueva oficina en el Congreso Local; la del coordinador de la bancada Priista.
Y por la tarde, se le encuentra en un público y notorio café de la entrada a Las Ánimas en plena ceremonia de salutación, por parte de los diputados de los que será líder, como rinde cuenta en su columna Quirino Moreno.
Esta mañana la ceremonia de entrega de la medalla Belisario Domínguez se realiza en la vieja sede del Senado en Xicoténcatl, al acto asistirán los Presidentes de la Cámara de Diputados, del Senado de la República, de la Suprema Corte de Justicia de la Nación y el mandatario Enrique Peña Nieto.
Por unanimidad se resolvió otorgarla post mortem a Manuel Gómez Morín, como reconocimiento a su trayectoria humanista, por su aporte a la ciencia, a la cultura y al desarrollo político de México; impulsor de la democracia y creador de instituciones que consolidaron al México moderno. Fue integrante de los Siete Sabios de la generación de 1915, concretizó al Banco de México, la Escuela Bancaria y Comercial, el Banco Nacional de Obras y Servicios, el Banco Nacional de Crédito Agrícola, el Fondo de Cultura Económica, la Universidad Nacional Autónoma de México y el Partido Acción Nacional.
Es un reconocimiento incuestionable, legítimo y oportuno a quien con tesón y lucha promovió el diálogo y no la confrontación en la búsqueda de un mejor México
“Qué armas más poderosas que las ideas. Ni tenemos otras, ni las hay mejores”, decía Gómez Morín, que luchaba por cambiar de fondo la realidad. Creyó en las nuevas generaciones y sus vocaciones, en que la diferencia de inteligentes debe darse, pues es una invocación a la democracia deliberativa.
Carlos Fuentes ya lo decía: “mientras que para Belisario Domínguez la palabra y la acción caminaban de la mano en días de sol y noches turbias, para don Manuel, la creación, fortalecimiento y consolidación de las instituciones iban a la par de un México mejor”.
Hoy más que antes, no debemos olvidar que “si cada uno de los mexicanos hiciera lo que le corresponde, la Patria estaría salvada”.
En Xalapa, la lucha de los maestros por mostrar a la sociedad y al gobierno que: “no se puede convertir en caudillo a alguien que no lo es”, persiste; y en Misantla, los tamales se acabaron y muchas familias se esfuerzan por llegar a la siguiente quincena, mientras continúan pendientes del fin de Juan Nicolás Callejas Arroyo, en el nuevo Congreso que se instala hoy.
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