ARTICULISTA INVITADO
La intolerancia, la falta de capacidad para el diálogo en nuestra sociedad está ganando terreno peligrosamente, incluso en los segmentos sociales donde teóricamente sería impensable y si me lo permiten inadmisible.
Inicio mi colaboración semanal con esta reflexión que obviamente me resulta muy incómoda, pero por su trascendencia, considero muy importante poner en la mesa de análisis de este modesto espacio semanal en el que expongo a mis amigos lectores, mis ideas personales de lo que considero debe ser considerado en el ámbito político de nuestro país y de nuestro estado.
Lo ocurrido hace unos días al candidato presidencial Enrique Peña Nieto en la Universidad Iberoamericana, fue a todas luces una agresión, no sólo a una persona, a un candidato que acude a un espacio universitario en busca del diálogo, que va a un lugar donde se supone se discuten ideas, un sitio donde se debe cultivar la libertad de pensamiento, sino también a la libertad de expresión, se violentó un principio elemental de la democracia.
Un hecho de esta naturaleza, no puede pasar desapercibido por los mexicanos; ya tenemos demasiados riesgos para poder consolidar nuestro sistema democrático y no podemos retroceder más, pues la viabilidad del país está en peligro.
Por supuesto que la universalidad de un centro de estudios superiores permite el disenso, pero la expresión de éste debe ser con ideas, no a gritos y descalificaciones a priori y sin fundamento. Uno espera que la discusión en una universidad tenga altura de miras, análisis profundo y visión de futuro. Esto no ocurrió en la Ibero el viernes pasado.
Lo que vimos fue un aberrante acto de intolerancia y cerrazón, si bien es cierto que sólo fue entre un mínimo grupo de estudiantes, porque otro amplio sector sí recibió a Peña Nieto como era de esperarse entre jóvenes universitarios, no deja, sin embargo, de ser preocupante y llamar la atención, sobre todo si nos ubicamos en el contexto de que la Ibero es una de las universidades de mayor prestigio en el país.
Por eso, algo igualmente grave puede estar en el trasfondo de ese hecho, si como se sospecha por algunos indicios, la agresividad contra Peña Nieto fue un acto artificial, una acción inducida de manipulación de los universitarios. Desafortunadamente no hay pruebas rotundas pero no podemos dejar de mencionar esta situación.
Generar división en el país, ha sido una práctica común en el sexenio calderonista, el propio titular del Ejecutivo, en su incapacidad por un diálogo con las demás fuerzas políticas del país, no ha tenido empacho en hacer gala de su intolerancia.
México necesita de la unidad nacional, requiere mucha voluntad para alcanzar los grandes acuerdos nacionales. La nación necesita un auténtico liderazgo que sume voluntades, que sea capaz de promover los consensos, los acuerdos impostergables que exige la sociedad mexicana para salir del barranco al que nos han hundido dos sexenios panistas.
De hecho aquí podríamos encontrar la explicación a la intolerancia contra Enrique Peña Nieto, porque es el único de los candidatos a la presidencia que está demostrando capacidad de diálogo y voluntad para unir a los mexicanos, de manera reiterada se pronuncia por la propuesta, por el consenso, Peña Nieto no promueve la división de los mexicanos, en cambio cada día avanza en la construcción de su liderazgo.
No es el caso de la candidata panista Josefina Vázquez Mota, quien como los mexicanos lo ven a diario, sólo siembra inquina entre los ciudadanos, su incapacidad se reitera cada vez que ataca a Peña Nieto, lo cual hace a diario y por todas las vías. La propuesta de Vázquez Mota no es trabajar por el resurgimiento del país, su proyecto es intensificar la división, promover el odio es su plataforma. Claro que esto no es de extrañar, los panistas ya lo hicieron en la elección presidencial del 2006, sólo que ahora repetir la fórmula en contra del candidato del PRI les está quitando votos día con día, porque en su desdén a la inteligencia de los mexicanos no se dan cuenta que la población los rechaza por el enorme descrédito que han cultivado en los últimos 12 años. En el caso de Andrés Manuel López Obrador, no hay nada nuevo para los mexicanos con su propuesta trasnochada ajena a la realidad contemporánea del mundo globalizado, con una propuesta más anacrónica que innovadora difícilmente será respaldada por las mayorías.
Celebro la conducta asumida por Enrique Peña Nieto ante los intolerantes, sin duda mostró una gran calidad como político, como mexicano, consolidó la imagen del hombre de Estado que necesita nuestra nación. Espero que el episodio de intolerancia protagonizado por algunos estudiantes de la Ibero sea sólo un hecho aislado, porque México realmente está urgido de la unidad. Por eso estaremos pendientes para denunciar públicamente cualquier acto de reprobable intolerancia que pretendan los que se resisten al nuevo rumbo que el país tomará con Peña Nieto.
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