No, querido estado, no me refiero a las
desgracias traídas por Barry la tormenta tropical. No… me refiero a algo mucho
más grave y permanente. Sé que muy
pronto te vas a recuperar de Barry y de cualquier huracán que quiera
afectarte. Tienes una población
maravillosa, el veracruzano es digno de ser ejemplo a nivel nacional, por su
solidaridad, su alegría, su inteligencia. Y es por eso que más me duele como
estas, querido estado.
Eres una potencia en potencia. Ja, ja.
Sí, podrías ser el motor de México. Tienes agua, tienes tierra fértil,
tienes petróleo y minerales en tu subsuelo, tienes mucha población que podría
explotar tu potencial, pero tienes un problema muy grave. Desde hace mucho
tiempo padeces una enfermedad que se llama improvisación complicada con un
padecimiento crónico que se llama saqueo.
Cuando circulo por tus carreteras, lloro
de tristeza pensando que el norte de México con mucha menor riqueza, tiene
mejores venas y arterias. Las tuyas están mal hechas, construidas al vapor para
saquear lo más posible de la contratación, y no importa que por mal hechas
maten a tus hijos, los veracruzanos, eso a nadie le importa. Paso por tus ciudades, y veo pueblos, otra
vez, comparados con las ciudades del norte de México. ¿Será que allá hay patriotas y acá piratas?
¿O es que tu pueblo es apático, mientras que el norteño es exigente con sus
autoridades?
Tienes políticos y gobernantes que le
mienten descaradamente al pueblo de Veracruz, pueblo noble que cada tres años
se vuelve a esperanzar y a creer en las mentiras (perdón debí decir promesas)
de campaña. Se comprometen (esos
políticos y gobernantes) a trabajar por ti y tu pueblo, y no lo hacen, en su
mayoría porque son incapaces, pero algunos no lo hacen porque a pesar de ser
capaces, están muy ocupados incrementando su fortuna personal, o besándole los …
pies a alguien para conseguir un puesto mejor.
No hay nada que moleste más a un ciudadano
que el compromiso incumplido, la promesa fallida, la deslealtad del funcionario
ante una persona común que requiere de su atención. Y en Veracruz tenemos a
muchos jovencitos que se sienten parte de la divinidad del Olimpo, simplemente
porque llegaron a un puesto por amistad, pues por sus propios méritos no
habrían llegado a ningún lado. Funcionarios
que se comprometen a resolver tal o cual problemática en una fecha determinada,
llegan a un arreglo con el particular, y luego resulta que no cumplen, ni hoy,
ni mañana ni nunca, y además se molestan si como mulas los arrea la población,
pues se consideran por encima del resto de los mortales, debido al privilegio
de llenarse los bolsillos con dinero mal habido, dinero robado impunemente.
Curiosamente muchos de esos funcionarios
que ayer, o quizá hoy, ignoran y maltratan a los ciudadanos, el día de mañana
habrán de enfrentarse a la búsqueda de un voto, y allí es cuando el ciudadano
debe recordar los desaires, los malos tratos, la impuntualidad, las faltas de
respeto, el incumplimiento de compromisos, la palabra dada jamás cumplida. Y no sólo para el funcionario que no cumple,
también para su equipo, su camada, su pandilla, sus compañeros de partido.
La única arma que tiene el ciudadano de la
calle, ese que no tiene relaciones con los dioses del ayuntamiento, los de
Xalapa en palacio de gobierno o con los dioses federales, es su voto. Para
aprobar al partido o al candidato, o para reprobarlos según sea el caso.
Mi estimado Veracruz, me comprometo a
hacer buen uso de mi arma, de mi voto. Hoy como nunca, me niego a
abstenerme. Puedo votar por el mejor, o
también puedo votar por aquél que me garantice que el que considero el peor no
llegue a un puesto de elección popular.
Y sobre todo, puedo votar por distintos partidos políticos, un voto para
un partido a la alcaldía y un voto para otro partido para la diputación. Todavía no sé por quien votaré, pero lo que
si te garantizo es que no voy a desperdiciar mi única arma para señalar lo
bueno y reprobar lo malo de nuestros gobernantes.
Ánimo mi querido Veracruz. No hay malos funcionarios
y gobernantes que duren cien años, y tú eres más fuerte que todos aquéllos que
tanto daño te hacen a ti y a tu gente.
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