ARTICULISTA INVITADO
Héctor Yunes Landa
En
todo el país, y Veracruz no fue la excepción, la jornada electoral del primero
de julio se vivió con intensidad. Fue una elección que se significó por un alto
nivel de competencia y esto es lo deseado para quienes confiamos en la
democracia. Sin embargo, los resultados que arrojó la elección,
infortunadamente para nuestro sistema democrático, no han sido aceptados por algunos de los contendientes
perdedores. Creo que esta situación es injusta para muchos mexicanos y
veracruzanos que, con su esfuerzo personal y su tiempo, participaron en el
desarrollo y vigilancia de estos comicios, los cuales representan la gran
oportunidad para dar un nuevo rumbo a la nación.
El
proceso electoral es una contienda cívica organizada por y con los ciudadanos mexicanos;
en Veracruz la participación de 69 mil 384 ciudadanos como funcionarios de
casilla, así como de 4 mil 273 ciudadanos que observaron la jornada electoral, es
una muestra palpable de avance en la consolidación del sistema democrático que
rige nuestro país.
La
jornada electoral se caracteriza, principalmente, por propiciar una intensa
actividad ciudadana, en la que los integrantes de las mesas directivas de casilla
se ven sometidos a una gran vigilancia para lograr un desarrollo legal y
trasparente; asimismo, están sometidos a una fuerte presión para concluir la
jornada en los términos que demanda la sociedad para contar con los resultados
preliminares lo antes posible ya que eso da certidumbre a la elección.
Resulta
comprensible y explicable entonces, que puedan ocurrir errores, accidentes u
omisiones de parte de los ciudadanos, voluntarios por cierto, encargados del
escrutinio y cómputo en las casillas en el afán de cumplir con rapidez la
delicada responsabilidad cívica encomendada.
Estos
errores pueden involuntariamente beneficiar o perjudicar a cualquiera de los
partidos políticos que contienden en detrimento de otro, pero esto ocurre en
igualdad de probabilidades para todos los partidos políticos participantes en
el proceso. Un aspecto adicional muy importante es que en la gran mayoría de
casillas existen representantes acreditados por cada uno de los partidos
contendientes; son éstos representantes los que van verificando el cumplimiento
puntual de la legalidad en cada etapa del proceso, desde la recepción de las
boletas y apertura de las casillas hasta el cierre de las mismas y realización
del cómputo de los votos emitidos por los ciudadanos. Todos los representantes
de todos los partidos verifican cada voto, lo cuentan y hacen la sumatoria para
establecer el cómputo final.
Me
parece muy injusta la idea de que los errores en los conteos sean imputables al
dolo o mala fe de los integrantes de las mesas directivas de las casillas,
puesto que estaríamos haciendo señalamientos injustos e injustificables a
ciudadanos que con entusiasmo participan en esta trascendental jornada cívica.
Pensar esto, además, haría suponer que los millones de ciudadanos participantes
en el proceso están coludidos en una conspiración y, por lo tanto, nuestra
democracia no tendría sustento ni viabilidad. Por fortuna para México, esto no
es así.
De
todas maneras, y en previsión de cualquier error u omisión, de buena o de mala
fe, nuestra ley electoral vigente contempla estas eventualidades, los recursos
legales y los procedimientos jurídicos que los contendientes pueden seguir.
También establece con absoluta claridad las causales tanto de apertura de
paquetes, recuento y, en su caso, anulación de casillas. Esto otorga plena
certidumbre a la sociedad de que sus votos son contados con pulcritud y
respetados de manera escrupulosa.
Resulta
por ello muy lamentable que un proceso electoral ejemplar, con uno de los
mayores niveles de participación ciudadana en la historia de México, pretenda
ser manchado por algunos con suspicacias mañosas y dolosas. Esto sólo demuestra
que se trata de ganar en los medios lo que no se pudo ganar en las urnas.
Por
lo que a los candidatos priístas concierne, estamos sujetos a lo que determinen
las instancias electorales, con la confianza de que contamos con el apoyo de la
mayoría y que obtuvimos un triunfo claro y limpio. Al día de hoy, habiéndose
vuelto a contar los votos en cada uno de los 21 distritos federales que tiene
Veracruz, nuestro triunfo es claro e inobjetable.
No
es posible, que sólo se diga que hay democracia cuando el PRI pierde y, en
cambio, cuando obtiene un triunfo bien ganado, se invoque el fraude electoral.
Cuando el PRI pierde reconoce su derrota y asume una posición madura y
responsable; esto favorece y fortalece a
nuestra democracia. Pero no es justo que no se reconozcan nuestros legítimos
triunfos y se diga que sólo hay democracia cuando el PRI pierde.
No
es justo para los ciudadanos que con su voto fortalecen la democracia, ni para
el futuro de la nación, que en cada proceso electoral se pretenda mantener la
sombra del fraude. México cuenta con uno de los sistemas electorales más
avanzados en el mundo y reconocido por muchas naciones, es tiempo que dejemos
atrás la nefasta idea de que la elección se resuelva en instancias judiciales
en lugar de que la definan los ciudadanos en las urnas. Como dijo el Presidente
Felipe Calderón: vivimos un proceso electoral ejemplar e histórico y lo bueno
es que en la Democracia ni se gana para siempre ni hay derrotas
permanentes.
Muchas
gracias a todos los ciudadanos que mantienen su confianza en el desarrollo
democrático de México y aportaron su valiosa participación en el proceso
electoral federal. Cualquiera que haya sido la opción política por la que
sufragaron, muchas, muchas gracias.
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