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El Sol de Córdoba
25 de octubre de 2011
Córdoba, Veracruz.- "Tuvo que pasar una segunda violación para que el obispo de la diócesis de Córdoba hiciera algo", lamenta el sacerdote Pablo Hernández Mojica.
Suspendido por la diócesis de Córdoba desde el 2007, por denunciar "abusos" de la Iglesia, el párroco denunció que en su momento había venido acusando varias aberraciones como las cometidas por los padres Margarito Flores y Arturo Cisneros, quienes cometen "conductas inadecuadas", como tener amoríos abiertos con una secretaria de la misma parroquia y otro con un joven varón.
Sin embargo, lamenta, lejos de suspenderlos a ellos fue suspendido él, y a los acusados los enviaron a otras parroquias, "son como una mafia, donde todos protegen a todos, es asqueroso cómo doblegan al sacerdote que trata de hacer bien las cosas y nunca me rebelé ante el obispo, porque finalmente era mi superior, hasta al final, cuando pedí permiso".
"Le dije a la feligresía que el obispo me había pedido que le ayudara en otras cosas y por ello la gente lo entendió y me fui, sin crear conflictos, pero ahora me amenazan con que me quitarán los ministerios, que me excomulgarán, me difaman que ando por la calle en las noches, cuando todos saben que me dedico a mis hortalizas", explica.
En una carta enviada, Hernández Mojica lamenta la noticia sobre otra violación que cometió el sacerdote Juan Carlos Pacheco Pérez, pues, dice, él mismo denunció que tuvo una relación pederasta con una niña de 13 años de Monte Blanco en el 2003 y nadie hizo nada.
"Temo decirles que el obispo los engañó y los trató como ignorantes, pues en enero de 2009 que publiqué el caso, a través de la carta "El árbol se conoce por sus frutos", mediocremente el obispo de Córdoba mandó decir al mismo padre Juan Carlos que les dijera a todos los fieles que era un anónimo y que no lo creyeran, cuando sabían ambos que era verdad", comenta.
"Pero hoy, como era de esperarse, el pederasta repitió su delito y hasta ahora -lamentablemente- fue suspendido del ministerio", subraya y se pregunta así mismo si era necesario para el obispo que hubiera otra víctima de este sacerdote para tomar cartas en el asunto, "es una prueba más de su incompetencia y mediocridad para tomar decisiones".
"Yo no miento, ni nunca he mentido en ninguna de mis cartas y la prueba está ahora, que este delincuente se aprovechó de la inocencia de otra niña de su parroquia que tiene entre 13 y 14 años y el obispo, como los gatos, trata nuevamente de taparlo, mintiendo y manipulando la situación a su conveniencia", agrega.
Exigió que los papás de esta nueva víctima debieran denunciar, para frenar esto de una vez, pues tanto el padre Juan Carlos Pacheco Pérez, como el obispo Eduardo Patiño Leal, "merecen estar en la cárcel, uno por pederasta y el otro por encubrirlo durante años".
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