En los usos, costumbres y prácticas priistas, el arranque el lunes de la renovación de sus comités municipales para el periodo 2014-2017 con la publicación de las convocatorias respectivas dio inicio a un proceso de largo plazo que apoyará y atravesará las elecciones federales intermedias de 2015 y culminará en 2016 con la renovación de la gubernatura del estado.
En lo inmediato, el ejercicio alborotará el avispero tricolor pues más de uno querrá presidir el comité de su municipio ya que ello puede conllevar al menos un reintegro en futuras posiciones de cargos partidistas o de gobierno –regidurías, sindicaturas, alcaldías, diputaciones locales o algún cargo (hueso) en la próxima administración pública estatal.
Algo que no se puede dejar de reconocer es que el PRI en el estado está trabajando para mantener y consolidar el poder que tiene en el estado y que su presidenta Elízabeth Morales García se aplica en serio, aunque el camino del renuevo municipal de su estructura partidaria está sembrado de espinas pues en la búsqueda del poder, así sea municipal, afloran muchos intereses y ambiciones.
Elí dijo que el cambio de sus comités municipales será abierto y plural y habló de inclusión de todas las voces tricolores. Eso expresó pero habrá que ver hasta dónde llega o la dejan llegar pues según ella se trata de un proceso democrático. En otras épocas ya se ha demostrado que la elección democrática de esos comités es posible si desde el centro no se opta por la imposición.
Pero tanto el lunes cuando hizo el anuncio como el sábado cuando habló en el Consejo Político Estatal extraordinario que realizó su partido en Xalapa, la presidenta del CDE reiteró su llamado a la unidad. Señaló que inclusión, orden y unidad son necesarios para enfrentar los retos que vienen. Habló de sumar, multiplicar y unificar.
Mencionó algo que el priismo debe tomar en serio si no quiere volver a perder la Presidencia por el cansancio de los ciudadanos de los vicios y prácticas que lo caracterizaron en el pasado, incluyendo la antidemocracia que practicó: aprender de los errores. Según ella lo han hecho y se han rehecho de fuera hacia adentro y de abajo hacia arriba, aunque también pudo haber dicho que en forma transversal. El proceso de renovación de sus comités municipales será un buen sinodal para comprobar qué tanto es cierto. Ya lo vamos a ver. Pero insistió en hablar de unidad.
¿Su insistencia tendría dedicatoria alguna? ¿Por ejemplo al senador y abierto aspirante a la candidatura al Gobierno del estado, Héctor Yunes Landa, también exdirigente estatal?
Porque Héctor ya se embadurnó la cara, se calzó los mocasines, empezó a danzar y a aullar alrededor de una hoguera, jaló por el tomahawk, el arco y las flechas mientras sonaba el tam tam de los tambores de guerra, comenzó a enviar señales de humo y montó en su caballo sin ensillar. Y salió a cortar cabelleras.
El senador abrió agosto con una declaración de abiertas hostilidades contra la actual administración estatal, aunque de paso se entendería que arrimó el caballo también a su “sobrino” Pepe (Yunes Zorrilla), todo enmarcado en su pretensión de buscar y obtener la silla grande del Palacio de Gobierno, asegurando que será el sucesor de Javier Duarte de Ochoa.
El viernes 1 de agosto a través de su área de prensa envió dos boletines de un recorrido por los Tuxtlas y en uno de ellos abiertamente muestra enojo dejando entrever que su reacción crítica es en respuesta a que le están boicoteando sus actividades en el estado.
“Aun y cuando no reveló la identidad del autor intelectual de la clase política priista en Veracruz, incrustado en altas esferas gubernamentales, que le ha boicoteado diversas actividades públicas al grado de amenazar a alcaldes, diputados locales y federales y dirigentes sindicales, aseguró una vez más que será el próximo gobernador de Veracruz y además porque quien determinará la selección del abanderado del PRI será el presidente Enrique Peña Nieto… y espero que en todo este boicoteo nada tenga que ver Javier Duarte”.
En lo que parecería también una alusión indirecta a su contrincante y pariente José Francisco Yunes Zorrilla, quien igual recorre el estado con la misma pretensión aunque siempre acuerpado por diputados federales y locales, presidentes municipales y líderes de organizaciones, dijo:
“No van a frenarme en mi legítima aspiración a la gubernatura de Veracruz, no lo han logrado y es por eso que he crecido popularmente, tengo la mejor estructura política en el Estado, yo no vengo a actos oficialistas (¡zas!), yo platico con el pueblo, estoy en las plazas, en los mercados, con los campesinos, los jornaleros, las amas de casa, los cañeros, los pescadores, los jóvenes, los profesionistas y dirigentes con sus organizaciones”.
El legislador se fue duro y a la cabeza al calificar de grave el problema económico del estado, a grado tal “que se ve con solo salir a la calle”, pegando donde sabe que más duele, por la actualidad de sus blancos: los Juegos Centroamericanos y del Caribe, para cuya organización, dijo, hay dificultad; la escasez de obra pública estatal y municipal, los adeudos a proveedores y la reforma a la Ley del Instituto de Pensiones.
Se fue de largo. Dijo que quiere gobernar para resolver los problemas del estado y hacer bien las cosas, “y que no le daría tiempo ni para ir al baile”, en clara alusión a lo que había expresado días antes el gobernador Duarte de que le había tocado bailar con la más fea.
Ya en franco reto, soltó: “A mí me van a tener recorriendo todo el estado, siempre lo he hecho y en ese tenor lo seguiré haciendo para seguir escuchando y atendiendo a la gente, a mí me gustan los retos, nada me han regalado, he navegado siempre en la adversidad con el aparato de mi propio partido en contra y no me he rajado sigo firme y adelante”.
Remató con fuego ¿amigo?: “… las políticas públicas del gobernador Javier Duarte han fallado en todos los rubros a casi cuatro años de administración”.
Todavía el viernes pasado 15 de agosto volvió a la carga contra el gobierno del estado de su propio partido al asegurar en Tuxpan que “Veracruz es el estado que tiene la peores carreteras del país y más en la zona norte de la entidad, donde están ‘terribles’” (lo que además es cierto), además de que sus autopistas son malas y caras.
No deja ser contradictorio su manifiesto enojo, pues no tendría por qué tener ese estado de ánimo si como él mismo afirma está muy seguro de que él va a ser el “bueno” porque tiene todos los méritos para ello, la experiencia, la preferencia ciudadana, etc., y además porque la sucesión la va a decidir el presidente Peña Nieto. ¿Cuál tos entonces?
Llama la atención su rebeldía pues rompe con la ortodoxia de su partido, que siempre en aras de guardar la unidad –a la que ahora llama la dirigente estatal– desaprueba el golpeteo interno y abierto ya que toda descalificación es contra el propio PRI, que fue el que llevó al poder a quien está ahora, y mina los intentos de la propia jerarquía nacional tricolor de fortalecer su unidad, su imagen y su discurso de cara al proceso electoral inmediato en 2015, le da armas a la oposición e influye negativamente en el ánimo del electorado contra los colores y la sigla de su organización política.
En lo inmediato, el ejercicio alborotará el avispero tricolor pues más de uno querrá presidir el comité de su municipio ya que ello puede conllevar al menos un reintegro en futuras posiciones de cargos partidistas o de gobierno –regidurías, sindicaturas, alcaldías, diputaciones locales o algún cargo (hueso) en la próxima administración pública estatal.
Algo que no se puede dejar de reconocer es que el PRI en el estado está trabajando para mantener y consolidar el poder que tiene en el estado y que su presidenta Elízabeth Morales García se aplica en serio, aunque el camino del renuevo municipal de su estructura partidaria está sembrado de espinas pues en la búsqueda del poder, así sea municipal, afloran muchos intereses y ambiciones.
Elí dijo que el cambio de sus comités municipales será abierto y plural y habló de inclusión de todas las voces tricolores. Eso expresó pero habrá que ver hasta dónde llega o la dejan llegar pues según ella se trata de un proceso democrático. En otras épocas ya se ha demostrado que la elección democrática de esos comités es posible si desde el centro no se opta por la imposición.
Pero tanto el lunes cuando hizo el anuncio como el sábado cuando habló en el Consejo Político Estatal extraordinario que realizó su partido en Xalapa, la presidenta del CDE reiteró su llamado a la unidad. Señaló que inclusión, orden y unidad son necesarios para enfrentar los retos que vienen. Habló de sumar, multiplicar y unificar.
Mencionó algo que el priismo debe tomar en serio si no quiere volver a perder la Presidencia por el cansancio de los ciudadanos de los vicios y prácticas que lo caracterizaron en el pasado, incluyendo la antidemocracia que practicó: aprender de los errores. Según ella lo han hecho y se han rehecho de fuera hacia adentro y de abajo hacia arriba, aunque también pudo haber dicho que en forma transversal. El proceso de renovación de sus comités municipales será un buen sinodal para comprobar qué tanto es cierto. Ya lo vamos a ver. Pero insistió en hablar de unidad.
¿Su insistencia tendría dedicatoria alguna? ¿Por ejemplo al senador y abierto aspirante a la candidatura al Gobierno del estado, Héctor Yunes Landa, también exdirigente estatal?
Porque Héctor ya se embadurnó la cara, se calzó los mocasines, empezó a danzar y a aullar alrededor de una hoguera, jaló por el tomahawk, el arco y las flechas mientras sonaba el tam tam de los tambores de guerra, comenzó a enviar señales de humo y montó en su caballo sin ensillar. Y salió a cortar cabelleras.
El senador abrió agosto con una declaración de abiertas hostilidades contra la actual administración estatal, aunque de paso se entendería que arrimó el caballo también a su “sobrino” Pepe (Yunes Zorrilla), todo enmarcado en su pretensión de buscar y obtener la silla grande del Palacio de Gobierno, asegurando que será el sucesor de Javier Duarte de Ochoa.
El viernes 1 de agosto a través de su área de prensa envió dos boletines de un recorrido por los Tuxtlas y en uno de ellos abiertamente muestra enojo dejando entrever que su reacción crítica es en respuesta a que le están boicoteando sus actividades en el estado.
“Aun y cuando no reveló la identidad del autor intelectual de la clase política priista en Veracruz, incrustado en altas esferas gubernamentales, que le ha boicoteado diversas actividades públicas al grado de amenazar a alcaldes, diputados locales y federales y dirigentes sindicales, aseguró una vez más que será el próximo gobernador de Veracruz y además porque quien determinará la selección del abanderado del PRI será el presidente Enrique Peña Nieto… y espero que en todo este boicoteo nada tenga que ver Javier Duarte”.
En lo que parecería también una alusión indirecta a su contrincante y pariente José Francisco Yunes Zorrilla, quien igual recorre el estado con la misma pretensión aunque siempre acuerpado por diputados federales y locales, presidentes municipales y líderes de organizaciones, dijo:
“No van a frenarme en mi legítima aspiración a la gubernatura de Veracruz, no lo han logrado y es por eso que he crecido popularmente, tengo la mejor estructura política en el Estado, yo no vengo a actos oficialistas (¡zas!), yo platico con el pueblo, estoy en las plazas, en los mercados, con los campesinos, los jornaleros, las amas de casa, los cañeros, los pescadores, los jóvenes, los profesionistas y dirigentes con sus organizaciones”.
El legislador se fue duro y a la cabeza al calificar de grave el problema económico del estado, a grado tal “que se ve con solo salir a la calle”, pegando donde sabe que más duele, por la actualidad de sus blancos: los Juegos Centroamericanos y del Caribe, para cuya organización, dijo, hay dificultad; la escasez de obra pública estatal y municipal, los adeudos a proveedores y la reforma a la Ley del Instituto de Pensiones.
Se fue de largo. Dijo que quiere gobernar para resolver los problemas del estado y hacer bien las cosas, “y que no le daría tiempo ni para ir al baile”, en clara alusión a lo que había expresado días antes el gobernador Duarte de que le había tocado bailar con la más fea.
Ya en franco reto, soltó: “A mí me van a tener recorriendo todo el estado, siempre lo he hecho y en ese tenor lo seguiré haciendo para seguir escuchando y atendiendo a la gente, a mí me gustan los retos, nada me han regalado, he navegado siempre en la adversidad con el aparato de mi propio partido en contra y no me he rajado sigo firme y adelante”.
Remató con fuego ¿amigo?: “… las políticas públicas del gobernador Javier Duarte han fallado en todos los rubros a casi cuatro años de administración”.
Todavía el viernes pasado 15 de agosto volvió a la carga contra el gobierno del estado de su propio partido al asegurar en Tuxpan que “Veracruz es el estado que tiene la peores carreteras del país y más en la zona norte de la entidad, donde están ‘terribles’” (lo que además es cierto), además de que sus autopistas son malas y caras.
No deja ser contradictorio su manifiesto enojo, pues no tendría por qué tener ese estado de ánimo si como él mismo afirma está muy seguro de que él va a ser el “bueno” porque tiene todos los méritos para ello, la experiencia, la preferencia ciudadana, etc., y además porque la sucesión la va a decidir el presidente Peña Nieto. ¿Cuál tos entonces?
Llama la atención su rebeldía pues rompe con la ortodoxia de su partido, que siempre en aras de guardar la unidad –a la que ahora llama la dirigente estatal– desaprueba el golpeteo interno y abierto ya que toda descalificación es contra el propio PRI, que fue el que llevó al poder a quien está ahora, y mina los intentos de la propia jerarquía nacional tricolor de fortalecer su unidad, su imagen y su discurso de cara al proceso electoral inmediato en 2015, le da armas a la oposición e influye negativamente en el ánimo del electorado contra los colores y la sigla de su organización política.
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