*La televisión es una hija del cine que le ha salido disipada y de malas costumbres. Camelot.
LA CAIDA DEL PIJUL
Así como subió abruptamente, así fue el ranazo que se dio el famosísimo José Tomás Carrillo Sánchez, conocido entre la flota como ‘El Pijul’. Con una corta trayectoria política, se encumbró de tal manera que, de diputado federal, prefirió regresarse a la aldea para ser el hombre que podría sacar al campo de Veracruz del marasmo en que se encuentra. Dicen que por las mañanas se sentía Rojo Gómez, o Gómez Villanueva, este último brilló en el sexenio de Echeverría. Su última estación había sido tomada por obra y gracia de la fidelidad, cuando los rojos de Cincinnati gobernaban sin descanso y sin medida. Poco después, cuando llegaron los chavos de las Blackberrys, como que desentonaba. Y no por viejo, porque no es grande de edad, si no por negro. Ya no querían a los negros en este nuevo sexenio que nacía. Con su caída como secretario del campo, se llevó entre las piernas al otro famoso y denostado ‘Pichón Preñado’, conocido entre la flota como Tomás Rubio Martínez. En su lugar, me dice un Wikipedia sin sueldo, llega un auténtico conocedor del campo veracruzano. Ingeniero agrónomo. Manuel Emilio Martínez de Leo. Originario de Acayúcan, tierra de los Alemán, pero estos no lo recomendaron, creo que ni conoce a Montano, egresado del Tec de Monterrey y con maestría en el colegio de posgraduados. El campo veracruzano espera a su Mesías. Ojalá y este hombre lo sea.
LA VOZ MEXICO
Como diría un relato de cuento gringo: Once upon a time (hace algún tiempo), en este país que los domingos no tenia cómo desaburrirse, ni existían plazas comerciales para el shopping, ni los cines Cinepolis de los Ramírez. El domingo se acostumbraba por las tardes apoltronarse en el reposet, encender la tele del canal de las estrellas y ver el kilométrico programa de revista musical de Raúl Velasco. Aquel ‘Siempre en Domingo’, el de ‘Aún hay más’ que cubrió de gloria, dinero, fama y poder a Televisa y esa empresa, cuando ya sus soldados no les sirven (ejemplo Jacobo Zabludovsky), o creen que no les sirven, les dan una patada por el trasero y un reloj conmemorativo de veintitantos años de partirse el lomo, como han hecho con muchos. El mundo artístico le debe a Raúl Velasco el gran reconocimiento. Desde Julio Iglesias, que llegó a persignarse en ese templo dominical, para de allí partir al mundo a triunfar, hasta los José José y Luis Miguel y todos aquellos que querrían ser algo en la música de habla hispana. La historia registra que Raúl Velasco fue un talento para encontrar nuevos talentos, si vale la redundancia.
AUN HAY MAS
El domingo pasado, la empresa televisiva más poderosa de América Latina en habla hispana, apertura otro programa en busca de talentos nuevos, jóvenes o viejos, feos o bonitas. Fue un buen programa. Con ‘coaches’ como Lucero, que llora que llora como la Zarzamora por los rincones, cuando oyó a un chaval tirando esa rola de Alejandro Sánz ‘Si fuera ella’, hasta Espinosa Paz, otro talento; Alek Sintek y el maestro Sánz, Televisa encuadra los musicales en busca de nuevas voces. Siempre sale uno. David Bisbal llegó así de ‘Operación Triunfo’, que brilló en la tele de España. Tiene su emotividad el programa. Tiene sus ‘anédotas’ (sic), como dicen en Cotaxtla. Un cantor veracruzano le pidió a Sánz fuera su coach para poder traer a sus hermanos que viven y trabajan en España. Más bien le debió haber pedido que le llevara a España, a que viera esa Cibeles y La Puerta de Alcalá, que ahí está viendo pasar el tiempo. Alvarado está presente.
AL NECESARIO RATING
El programa levantó rating. La audiencia fue tremenda. Quien esto escribe, que no ve musicales desde hace mucho, lo vio completito, las dos horas y pico y creo que vale la pena, siempre vale la pena buscar talentos jóvenes que quieren el cuadro y la pantalla de la tele, como esa muchacha invidente, o la otra, la que sin pena ni rubor le dijo a Alejandro Sánz, cuando le preguntó a qué se dedicaba: “¡Canto en el Metro!”, le respondió poniendo muy en alto el nombre de todos los músicos urbanos, aquellos que tiran su música lo mismo en un instrumento que en su voz por las propinas. Luego, la Lucero quiso platicar y no pudo, la historia de Joshua Bell, el afamado y famoso concertista violinista, que experimentó por encargo del diario The Washington Post tocar en el Metro de Washington, sólo para ver si era reconocido por la raza. La raza no le reconoció. Escasamente un niño se detuvo de la mano de su mami, y una señora platica algo con él, pero Joshua, con jeans, camisa sencilla y gorra beisbolera, se embolsó 32 dólares por 45 minutos de música clásica urbana, que tocó con su violín Stradivarius de 1713 y de valor 3 millones de euros, esa música que ha pisado con éxito y magnificencia los escenarios mundiales de los teatros, con Bach, Mozart y que, tres días antes del experimento, en el Boston Symphony Hall la entrada fue de 150 dólares por persona, lleno total. Era un experimento para saber si el ciudadano común y corriente, el que pisa los andenes de los Metro, reconocía al mejor violinista del mundo y la belleza de su música. El marcador fue en contra, pero el experimento ha servido de ejemplo y puede verse en el Youtube. “La belleza pasa desapercibida”, tituló el diario español El País, a ese incidente del Metro, aquel 12 de enero de 2007, fecha de la tocada.
Comentarios: haazgilberto@hotmail.com
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